Fic Slash de lyra
Capítulo 8: Mentiras piadosas
Siguieron al guitarrista hasta su habitación, quien abrió la puerta y entró quitándose la sudadera por el camino, sabiendo que le esperaba una larga noche de explicaciones.
Antes de entrar con él, Gustav se paró ante la puerta y detuvo a su compañero poniéndole una mano en el pecho y negando con la cabeza.
—Es mejor que se lo explique solo yo—casi le suplicó.
—Como quieras—murmuró Georg encogiéndose de hombros.
Se quedó mirando cómo se daba la vuelta y se alejaba por el pasillo con las manos metidas en los bolsillos, como si la conversación que iba a tener allí lugar no fuera con él.
Le odiaba por eso. Solo le importaba que le hicieran una buena mamada. Nada más. Le daban igual los sentimientos del cantante, que cada vez se degradaba más y más…
Ni siquiera se molestaba en tratar de defenderle, de guardar delante de Tom su secreto cuando sabía muy bien que le rogó que nunca dijera nada.
Y eso era lo que él iba hacer. Mentiría con tal de no hacerle más daño, moriría antes de verle llorar de nuevo…
Con esa idea en la cabeza, cogió aire y entró en la habitación donde un furioso Tom paseaba de arriba abajo.
— ¿Por qué no te sientas?—pidió haciéndolo él.
—No me apetece—contestó Tom de malas maneras— ¿Y Georg?
—Yo te lo explicaré mejor, no le metas—murmuró Gustav carraspeando.
—De acuerdo, pues ya estás comenzando—ordenó Tom cruzándose de brazos.
— ¿No es mejor que te lo cuente Bill? Es a él a quien le corresponde—dijo Gustav tratando de ganar tiempo.
—Es muy cabezota—siseó Tom resoplando—Lo he intentado y me ha salido con cosas sin sentido. Está claro que él no me lo quiere contar.
Gustav sacudió la cabeza y se frotó la cara con las manos, pidiendo perdón al cantante por lo bajo.
—No es fácil—murmuró.
— ¡Gustav! No te andes por las ramas. Suéltalo de una vez—estalló Tom perdiendo la paciencia.
— ¡Me estoy acostando con tu hermano!—dijo Gustav sin respiración.
Tras escuchar esa confesión, la cara del guitarrista era todo un poema. Los ojos se le abrieron como platos, y a pesar de tener los labios separados por ellos no salía ningún sonido.
—Te dije que te sentaras—repitió Gustav señalando el sofá que había en la habitación.
Pero Tom negó con la cabeza y se quedó quieto en donde estaba, respirando profundamente hasta que por fin consiguió hablar.
— ¿Me estás diciendo que Bill es gay?—preguntó con voz ronca.
—Sí—contestó Gustav sin dar más explicaciones.
— ¿Y…y tú…?—preguntó Tom de nuevo señalándole con el dedo.
—También—contestó Gustav de igual manera que antes.
— ¡JODER!—exclamó Tom llevándose las manos a la cabeza.
Comenzó a pasear de nuevo sin dejar de negar con la cabeza. Cuando se propuso averiguar que le pasaba a su hermano, no pensaba que iba a ser algo tan fuerte. Creía que estaba estresado por tantos conciertos dados, ni se le ocurrió pensar que era porque estaba enamorado…y menos de que los estuviera de uno de sus compañeros.
Se paró ante la cómoda y se apoyó en ella con ambas manos, levantando la cabeza y mirándose fijamente en el espejo que había sobre ella. Viendo que se había puesto muy pálido…viendo en sus ojos los de su propio hermano…
— ¿Por qué no me lo dijiste?—preguntó a su reflejo en un susurro.
Pero Gustav le escuchó y se mordió los labios preocupado. Al tratar de no hacer daño a uno de los hermanos, lo había conseguido con el otro.
No podía apartar la mirada de su impresionado compañero, que de pie ante el espejo trataba de encontrar una respuesta en su reflejo. Se levantó del sofá y se le acercó, pero sin llegar a tocarle.
— ¿Le haces feliz?—preguntó Tom fijando la mirada en el reflejo de su compañero.
—No—contestó Gustav sin pensárselo.
— ¿No?—repitió Tom girándose.
—No soy lo que busca—susurró Gustav arrugando la frente con dolor.
— ¿Y qué es lo que busca? —preguntó Tom de nuevo.
Pero el batería no le pudo contestar. Solo sabía que recurrió a él una noche en la que se encontraba solo, y muy triste. No le hizo ninguna pregunta la primera vez ni las demás noches que le siguieron, viendo con horror que también acudía a su otro compañero, y hasta al mismo productor.
Pero ellos eran ajenos a su dolor, no se despreciaban tras aprovecharse de su cuerpo…de su sufrimiento.
—Eso se lo tendrás que preguntar a él. Ya te he contado lo que querías saber, averigua el resto tú solo—dijo Gustav dándose la vuelta.
Salió de la habitación con la sensación de haber traicionado al cantante. Había hecho todo lo posible para que Tom no descubriera como regalaba su cuerpo por el mero hecho de obtener a cambio algo que no le hiciera sentirse tan desdichado.
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Tom se quedó mirando el sitio donde minutos antes estaba su compañero. Que lo averiguara él, le había dicho. ¡Pues claro que pensaba hacerlo! No iba a quedarse de brazos cruzados viendo que su hermano no era feliz y que al parecer él era el responsable.
Ya había descubierto uno de sus secretos. Ahora solo le quedaba averiguar qué era lo que se escondía en el fondo de su corazón, cuál era la razón de su felicidad y al mismo tiempo de su tristeza.
Miró la hora que era y viendo que ya era muy tarde decidió acostarse y reflexionar dando vueltas en la cama, consciente de que no iba a poder pegar ojo en toda la noche.
Pero tampoco podía pasarla en la habitación de Bill, viéndole dormir plácidamente mientras que a él le asaltaban miles de preguntas que se moría por hacerle.
¿Por qué no me lo has contado? ¿Qué he hecho para perder tu confianza?
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Poco a poco se fue despertando, pero sentía muy pesados los párpados y sin fuerzas para abrirlos. Además, no quería hacerlo. A pesar del fuerte dolor de cabeza que sentía en esos momentos, los recuerdos de la noche anterior permanecían bien frescos en su cerebro.
Gimió al recordar las palabras del productor, como le echó en cara que sabía que se acostaba con el grupo entero, a excepción de su hermano, claro. El único que le interesaba y no se enteraba de nada.
Sintió que se abría la puerta de su habitación y a pesar del dolor abrió los ojos de golpe incorporándose en la cama para ver entrar por la puerta el origen de todas sus desgracias.
— ¡Márchate!—le ordenó con voz ronca dejándose caer en la cama de nuevo.
Pero Tom no le obedeció. Cerró la puerta y caminó hasta la cama, en la que se sentó esperando que Bill abriera los ojos y le mirara. Tras una noche en vela no estaba dispuesto a marcharse sin más.
— ¿Quién te ha dado la llave de mi habitación?—preguntó Bill tapándose la cabeza con las sábanas.
La luz que se colaba por la medio echada cortina le dañaba los ojos y aumentaba más su jaqueca.
—Me quedé con ella cuando te metí ayer en la cama—contestó Tom cruzándose de brazos.
—Ah…fuiste tú—murmuró Bill con los ojos cerrados.
Cuando se despertó y notó que solo llevaba unos boxers puestos no recordaba haberse desnudado él mismo, aunque tan confuso como estaba en esos momentos tampoco era que se pudiera fiar de sus recuerdos.
— ¿Quién pensabas que fue? ¿Gustav?—no pudo evitar soltar Tom.
Sintió como se ponía rígido bajo las sábanas, haciéndole levantarse y cogiendo una esquina de ellas tiró con fuerza y las retiró hacia los pies, encontrándole encogido en mitad de la cama, con los ojos fuertemente cerrados y mordiéndose los labios.
— ¡Al menos mírame!—exigió Tom casi gritando.
Ahogando una maldición dirigida al batería, Bill abrió los ojos con esfuerzo y aunque no quería enfocó su borrosa vista en su muy enojado hermano.
—No sé de qué me hablas—logró decir en un susurro.
— ¡No me mientas!—gritó Tom dolido—Lo sé todo. Gustav me lo contó ayer.
<I>“Lo sabe todo”</I>—pensó Bill con horror.
Consiguió incorporarse con lentitud y se quedó sentado en la cama, frotándose la cara con las manos procurando no romper a llorar en su presencia. Había descubierto su secreto, y era lógico que estuviera enfadado, ¿o no?
Era su vida, podía hacer con ella lo que le diera la maldita gana. Si quería autodestruirse, ¿quién era él para impedírselo?
—Soy tu hermano, ¿por qué no me lo has contado?—preguntó Tom ya más calmado.
Ahí estaba su respuesta. Era su hermano, eso le daba algún derecho a meterse en su vida.
—Vamos Bill, dime algo—pidió Tom sentándose a su lado.
No trató de tocarle, aún recordaba con dolor como le rechazó la última vez que lo intentó, como le dijo que ya era tarde para un abrazo, a pesar de que en esos momentos se moría por darle uno bien grande al verle tan decaído.
— ¿Qué quieres que te diga? ¿Te doy detalles?—preguntó Bill a su vez levantándose.
—No me refiero a eso—contestó Tom enojado de nuevo—Solo quiero que me cuentes porque no eres feliz.
— ¿Quién te ha dicho que no soy feliz?—dijo Bill forzando una risa.
—Gustav—apuntó Tom—Me ha contado lo vuestro, y que a pesar de lo mucho que te quiere no te hace tan feliz como quisiera.
— ¿Gustav te ha dicho que me quiere?—preguntó Bill sin entender.
—Bueno, exactamente no usó esas palabras, pero se le nota cuando habla de ti, lo muy preocupado que está por ti—explicó Tom.
—Preocupado… ¡será cabrón!—murmuró Bill enfadado.
Dando media vuelta echó a andar hacia la puerta, tropezando por el camino pero recuperando el equilibrio apoyándose en la pared con una mano.
— ¿A dónde vas?—preguntó Tom levantándose cuando le vio a punto de caer.
—A dejar una cosa bien clara de una vez—contestó Bill abriendo la puerta.
Ignorando las miradas de los demás clientes del hotel que se escandalizaron al verle salir solo en boxers, caminó todo lo deprisa que pudo hasta que llegó a la habitación del batería y llamó con insistencia a la puerta.
— ¿Bill?—dijo una atónito Gustav al verle semidesnudo en mitad del pasillo.
— ¿Qué diablos le has contado a mi hermano?—estalló Bill sin querer contenerse.
—Es mejor que pases—pidió Gustav al ver cómo la gente se les quedaba mirando, un confuso Tom incluido.
— ¡No me da la gana!—cortó Bill enfadado—Te he hecho una pregunta.
—Lo he hecho por ti—dijo Gustav en un susurro.
—Te pedí que no te metieras, y menos aún que se lo contaras a Tom—sollozó Bill sin poderlo evitar—Lo has estropeado todo…no me hagas más favores…
Se dio la vuelta y caminó de regreso a su habitación, ignorando a Tom que en mitad del pasillo le veía pasar limpiándose las lágrimas que le caían mejillas abajo.
Vio como daba un portazo al entrar y volvió la mirada a su compañero de grupo, quien de pie ante la puerta de su habitación enjuagaba sus lágrimas al igual que Bill.
Continúa…
Gracias por la visita.
Aqui si Bill llora lloramos todos ee 🤧🤧🤧🤧🥺🥺🥺😭😭😂