Notas de Ady: Al final he dejado el link de un video para que escuchen y sepan cuál es la canción a la que se refieren los chicos y que me sirvió algunas líneas para reforzar la idea de la historia. De hecho hay una frase marcada con un «*» que es una línea de la canción (quizá alguien por acá la conoce, debo agregar que es de mis favoritas je). Es un video largo parte de una escena importante de la película. La canción empieza en el minuto 1:10 segundos. Si pueden escúchenla y así podrán comprender más el sentimiento que espero haber plasmado correctamente.
Amor… ¿Recuerdas?
Unas cuantas nubes blancas se posaban tranquilamente sobre el azul intenso del cielo. Apenas eran movidas por la ligera brisa que se sentía en el lago. La tranquilidad que se percibía desde las alturas contrastaba con la intensa actividad que se desarrollaba en el lago: risas, gritos y un constante chapoteo en el agua rompía con la quietud habitual del paisaje.
—¡Tira más fuerte Tom, ya lo tienes, no lo sueltes!.
—¡Para ti es tan fácil decirlo, no eres tú quien está en mi lugar!
—Te aguantas —un atractivo chico de cabello negro, con las manos en la cadera, le mostró la lengua a manera de burla — tú lo quiste así. Mi papá iba a pescar para todos, pero ¡oh no, el hombre macho que todo lo puede dijo que te encargarías de buscar la comida para ti y para mí, así que mueve tu flaco trasero y trae ese pez ya que tengo hambre!.
Ante ese punto, Tom no dijo nada. Sonrío y negando con la cabeza, giro nuevamente poniendo su atención ante lo que sea que la caña de pescar había atrapado. Se movía intensamente bajó del agua, dificultando la tarea de Tom para llevarlo a la superficie. Eso le dio la ilusión de creer que había —por fin— pescado algo grande. Algo que valiera el esfuerzo dado.
Había salido de paseo junto a la familia de su mejor amigo, Bill Trumper. Optaron esta vez ir al lago en las montañas, un paseo en medio de la naturaleza con suficiente aire fresco, suficiente oxígeno limpio que servía mucho a Bill. No que el lugar donde viviera estuviera lleno de smog o muy transitado; por el contrario, se había mudado desde hace un año a la zona de la Baviera, en Röttingen . La pequeña cuidad era bastante tranquila, ajena al bullicio y movimiento de su antigua vivienda en Berlín. La salud de Bill ameritaba cualquier mudanza.
Las carcajadas de los presentes no se hicieron esperar al ver como Tom mostraba el ridículo resultado para su tan alborotada pesca…una agonizante trucha de si acaso un medio kilo que aún seguía sujeta por la boca al anzuelo de la caña de pescar. Con absoluta calma, Tom salió del lago con el porte más digno que tenía. Llego junto a Bill entregándole la trucha, quien al tenerla en su mano no pudo evitar soltar más carcajadas que hicieron que se doblará de la risa, llegando al grado de soltar pequeñas lágrimas. Gruñendo un bajo “no te rías que es nuestra comida” Tom continuó su andar con la cara roja hasta la fogata donde cinco truchas de gran tamaño se estaban cocinado sobre las brazas. Gordon Trumper le dio unas palmadas de consuelo diciéndole que le enseñaría su técnica de pesca para la próxima vez.
—Si me hubieras avisado que vendrían de pesca al lago, hubiera venido con mucho gusto, y traído mi equipo profesional de pesca…pero al parecer mis servicios no fueron requeridos en esta ocasión, ¿verdad Bill?. — junto a un todo terreno, Mark Matthews observaba la escena, y aunque en su bello rostro portaba una sonrisa, no pasó desapercibido cierto deje de reproche en su voz. No era su intención cortar el buen ambiente que había con los presentes, pero se sentía excluido de la diversión familiar. Al ver a Bill bromeando con Tom, por su deber de buscarle comida, no pudo evitar que un nuevo ataque de celos se apoderara de él. Bill ya le había dicho que no tenía porque sentir pasos en la azotea, que no tenía porque sentir celos por Tom. Solo eran amigos, los mejores amigos.
Unos segundos después de la sorpresa de ver a su novio ahí, Bill reaccionó y se acercó a su pareja, depositando un casto beso en sus labios y dándole un tímido abrazo .
—Me habías dicho que tenias que ir a campaña de esterilización todo el día —Bill no entendía porque estaba justificándose, además no es como si estuviera haciendo algo indebido, pero sentía que tenía que dejar el punto claro a su novio— además lo decidimos a última hora, no es como si te hubiera ocultado nada…
—Tienes razón Bill. —Mark se dio cuenta que estaba actuando erróneamente y que esa no era la mejor manera de congraciarse con la familia de Bill, quienes los observaban atentamente. — En la ciudad está lloviendo. No podíamos instalar el quirófano móvil y eso nos impidió salir, pero bueno, no ha pasado nada. Vamos a disfrutar lo que resta del día ¿no?.
Simone y Gordon le dieron la bienvenida, volviendo a reanudar el ambiente de cordialidad que tenían. Tom le saludó con una sonrisa, continuando la preparación del pescado que hace minutos atrás había capturado. Al ver que la comida sería insuficiente, Gordon se dirigió nuevamente hacia el lago, pero Mark se interpuso, pidiéndole que le dejara pescar. Gordon asintió dándole su equipo y posicionándose junto a él en la orilla del lago, iniciaron una charla cordial, intercambiando consejos, técnicas y descubriendo, que efectivamente Mark era un excelente pescador; en menos de veinte minutos había depositado en un cesto cinco truchas y así entre comida, risas, alguna que otra canción, anécdotas y el asado de bombones al caer el atardecer dieron por finalizada la reunión familiar.
—Sino les importa Bill se viene conmigo en el carro, queremos pasar un tiempo a solas —anunció Mark. Bill quien estaba con Tom tratando de guardar las cosas en el maletero de la camioneta de éste, frunció el ceño porque no habían quedado en nada, pero intuía por dónde iban los tiros… No queriendo dejar a su pareja como un mentiroso asintió a su familia y a Tom que lo miro con cierta extrañeza, pues habían quedado hasta hace unos minutos en cenar todos juntos.
—Claro chicos, nos vemos en la casa. Bill, cariño, se me olvido traer tu medicamento. Mark, por favor no tarden, ya sabes que es necesario que Bill no se salte los horarios —apresuró a contestar Simone , quien noto la incomodidad de su hijo ante la actitud de su novio. Ella sabía de esos arranques de celos de la pareja de Bill y trató de ayudar en la mayor medida posible. Sabía que nuevamente Bill y Mark tendrían una larga platica y hasta la fecha Simone no entendía porque su hijo no ponía fin a esa relación que ahora ya no hacía tan bien a su hijo como lo fue en sus inicios. No es que Mark fuera una mala persona, por el contrario, era un hombre muy agradable, acomedido, que se veía que quería a su hijo. El atractivo veterinario de ojos azul profundo fue uno de los primeros amigos que hizo Bill en su nuevo vecindario y después de varias salidas, Bill accedió a ser su pareja, Mark hizo rápidamente “click” con la familia de Bill, quienes lo recibieron cariñosamente y al pasar tiempo con ellos, descubrió el papel importante que tenía en la vida de Bill, su mejor amigo Tom Kaulitz. Tom era un enigma para Mark. No mostraba interés amoroso en su novio, pero parecía desvivirse por él. No importaba el tiempo o cualquier circunstancia , Tom siempre estaba para él, y no es que Tom jugara como “tercer rueda”; al contrario, nunca salía con ellos, tampoco se entrometía en sus asuntos y en más de una ocasión ante un berrinche de Bill, le decía a Mark cómo actuar para tranquilizarlo. Tom era un buen compañero para el veterinario, pero para Bill, Tom parecía significar otra cosa más allá del entendimiento. Era evidente que entre los amigos había una relación , una conexión que sobrepasaba el entendimiento de Mark. Ellos no necesitaban hablar para entenderse. Giraban uno entorno al otro, se complementaban y todo eso sumado, hacía sentir a el veterinario como un extraño. Le hacía sentir —un poco, solo un poco— celoso de esa amistad.
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La suave melodía de un piano a la distancia, acompañaba su caminar a través de la hojarasca de diversos tonos rojizos que crujían bajo sus pies. Mientras avanzaba por el sendero, Bill tarareaba la música. Inundándose de la melancolía y a la vez la calidez que esta desprendía a través de su ser. Anteriormente, cuando trataba de buscar en sus recuerdo la letra de la canción, que sentía que la conocía, le frustraba el no poder recordarla. “Recuerdas” “juntos” “primera vez”, eran frases que regularmente venían a su memoria, pero al tratar de indagar más en sus recuerdos, un fuerte dolor de cabeza le arremetía, dejando esa búsqueda para otra ocasión, que al final lo dejaba triste al no poder decifrar ese extraño sentimiento de tristeza y melancolía que se apoderaban de él cada vez que su dueño ejecutaba esa melodía. Cuando le preguntaba a Tom de la letra, este negaba diciéndole que no había letra para ella. Resignado a no obtener una respuesta, ahora solo Bill se dedicaba a disfrutarla. Siguió cantando y caminando hasta llegar al origen de la melodía. A través de él amplio ventanal, Tom se encontraba encimado en su piano, con ojos cerrados y envuelto en un aire de melancolía. Sin hacer ruido, Bill se sentó sobre la base de lo que una vez había sido un árbol y sin poder quitar la vista sobre su amigo, disfruto los últimos acordes de la canción. Invadiéndole de un sentimiento que pasaba de la tristeza a la felicidad en un santiamén y sin saber el porque.
—Sino entras el frío viento hará estragos en ti —Bill no se había dado cuenta en qué momento perdió la noción del tiempo. Ahora Tom se encontraba detrás de él, extendiéndole la mano para que la tomara y entrará junto con él a la casa. Con una sonrisa, acomodó la bufanda en su cuello. Tomó la mano de Tom y entraron juntos.
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Jamón serrano, queso, aceitunas y una copa de vino, fueron dispuestos frente a Bill en una charola. Bill agradeció con una sonrisa a Tom, dejando a un lado un Block de dibujo que Tom había dejado en la mesa. Sabía que Tom era muy bueno dibujando y los trazos y líneas que iba pasando de uno en uno eran prueba fehaciente de ello ¿en que no sería bueno? Tom tenía múltiples talentos y a veces Bill se frustraba por no acordarse de muchos. Se suponía que eran mejores amigos y Bill desconocía tantas cosas de Tom….
—Mi reino por tus pensamientos.
—¿Qué?.
—Has estado ausente ¿qué te pasa Bill? Este chico callado no eres tú. Siempre estás parloteando como una tórtola.
“En ocasiones ni siquiera sé quién soy yo” pensó Bill para sí mismo con cierta tristeza.
—Dibújame.
—¿Qué?
—Lo que oíste Tom, no estás sordo. Te pido que me dibujes.
—Bill, bien sabes que se me dificulta dibujar rostros..yo no lo hago. —Tom se rasco la nuca, luciendo algo incomodo por la petición de su amigo. Los ojos de Bill brillaban intensamente, reflejando el fuego que Tom atizaba en la chimenea. Tom desvió la mirada de esos bellos luceros porque no quería perderse en ellos, porque sabía que si los seguía viendo iba a ceder.
—Entonces yo quiero ser tu primera vez —respondió Bill con una enorme sonrisa— además no te estoy pidiendo un desnudo como el de Rose, solo quiero un dibujo de mi —bromeó para cortar cualquier negativa por parte de Tom.
Ante ello, a Tom no le quedó más remedio que tomar su Block de dibujo, un lápiz y pedir a Bill que se acomodara en el lugar que quisiera. Bill no tuvo que escuchar más y rápidamente se acomodó en su sofá favorito. Era un Diván estilo “Cleopatra Purple Velvet” , hecho a mano de madera de caoba maciza acabado en pan de oro y tapizado en un terciopelo de un fucsia aún más chillante si se podía y bordes garigoleados dorados. A Bill al principio le pareció extraño que Tom poseyera ese mueble tan “fuera de lugar”dado que los gustos de Tom eran más sencillos, más de hogar. Tom solo encogió los hombros cuando Bill le preguntó sobre la historia de ese mueble, respondiendo que solo era un lugar lleno de recuerdos. Después de la primera impresión sobre el mueble, Bill le concedió que era bastante cómodo y le tomó gran apego, pronto haciéndolo su lugar favorito de la casa de Tom. Cuando le mencionó que sería lindo pasar las tardes sentado ahí junto a la chimenea, Tom no lo pensó dos veces y colocó en el lugar que había dicho. Bill llevo su mano a su mejilla mirando el fuego. Tom empezó a dibujar.
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Bill miraba fascinado su propio rostro en carboncillo. Tom había logrado plasmar en el dibujo cada milímetro de su rostro. No dejo fuera ningún detalle de él. Parecía como si Tom lo hubiese dibujado siempre, como si tuviera ya en su memoria sus rasgos, ¡hasta le había dibujado una pequeña cicatriz que se asomaba donde termina la oreja y que era difícil de ver!.
Tom lo miraba ansioso. —¿te gustó?.
Bill no respondió con palabras pero sí con hechos. Se lanzó al cuello de su amigo y le abrazo fuertemente. Siempre le gustaba sentirse rodeado por los brazos de Tom. Le envolvía una sensación de bienestary se sentía protegido. Tom le estrechó la delgada espalda, posando su nariz en la cabellera abundante del de cabellos negros.
—Mis ojos… Parece que tuvieran vida.
—Son hermosos, aunque últimamente los veo apagados.
Bill pasó saliva, cerrando los ojos fuertemente para evitar que las lágrimas salieran. No entendía porque de repente le invadía un sentimiento de tristeza, de soledad. Dirigió su mirada hacia el fuego, no quería enfrentarse a Tom.
—Puse mayor esfuerzo en tus ojos para que éstos no se vieran bizcos.
—Yo no estoy bizco Tom —bramó Bill, pero no había enojo en su voz.
—Claro que lo son, tú no te das cuenta pero cada rato haces bizcos.
Cuando un cojín salió disparado sobre su cabeza y una persecución por toda la casa comenzó. Tom sabía que había hecho lo correcto. Había devuelto a Bill la bella sonrisa que jamás debía desaparecer.
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—Creo que Yo soy el problema. —soltó Bill, cuando ambos estaban una vez más descansando en el sofá. Después de la persecución que había arrojado a Bill como ganador. Ambos comieron los bocadillos que Tom preparó y entre pláticas vieron pasar el tiempo en el fuego danzarín que a su paso iba consumiendo los leños.
—¿problemas en el paraíso? —preguntó Tom removiendo las cenizas para colocar nuevos troncos al fuego.
—Mark es in dudas un buen partido como dice mi hermana. Es lindo, muy atento conmigo, pero últimamente siento que las cosas no van para ninguna parte.
Tom no decía nada, su mirada se enfocaba en los colores azules, amarillos y naranjas que el fuego creaba. No quería mostrar ante Bill la tristeza en sus ojos cada vez que salía el tema de Mark sobre la mesa. —Lo que sea que esté pasando, se solucionara pronto, no te preocupes.
Un largo silencio de varios minutos se formó entre ambos. Solo se escuchaba el crujido de la madera al arder y el suave respirar de ambos.
Tom sintió de pronto el peso de la cabeza de Bill sobre su hombro, junto también al peso de la siguiente revelación.
—Me rehuso a tener intimidad con Mark y no es justo ni para él ni para mí. —Tom lo miró con sorpresa y estaba a punto de vociferar algo, pero Bill llevo una mano a su boca para silenciarlo. — No me preguntes nada Tom, solo escúchame —Tom asintió. Si Bill le pedía eso o más, él no dudaría en dárselo.
Bill tomo un gran bocanada de aire como si estuviera escaso de él en los pulmones. —Antes me gustaba pasar tiempo a su lado. Nos divertíamos mucho y creo que tenemos cosas en común…pero al momento de querer ir más allá de las caricias, yo no puedo —su voz tembló un poco— y no es que él me forcé a hacer algo que yo no quiera..es solo que siento que no es lo correcto, que Mark no es la persona correcta, es como si sintiera que estoy traicionado a alguien y no sé a quién. Tom aún estando con él, me siento solo, me falta algo —las lágrimas empezaron a descender de sus bellos ojos castaños.
Tom lo dejo llorar sobre su hombro, y en el fondo de su corazón él también lloraba. No hablaba, no le consolaba con palabras. Solo le frotaba tiernamente la espalda. No había necesidad de hablar.
—¿Qué hay de malo conmigo Tom?.
—No hay nada de malo en ti Bill, te lo aseguro. Eres perfecto.
—Lo dices porque eres mi amigo, solo por eso.
—Mírame Bill —Tom le tomó suavemente de la barbilla, evitando así que Bill le esquivara la mirada. Los siempre brillantes ojos de Bill ahora se mostraban apagados. —somos amigos desde los trece años, te conozco muy bien y te puedo jurar que no hay nada de malo en ti. Me conoces y sabes que no te mentiría…nunca.
—Sí, se supone que te conozco.
Tom se arrepintió de decirlo al momento que vio que una nube de tristeza se apoderó de Bill. Si tener claridad en sus acciones ni control sobre ellas, cerró la distancia entre ellos y le besó. Un beso tierno, lento y para su sorpresa, Bill cerró los ojos y le correspondió.
Con calma, Bill se separó y abrió de manera muy lenta los ojos. Tom tenía miedo de lo que estos pudieran decirle, pero no vio en ellos enojo ni tristeza alguna. Bill le miro intensamente, acaricio su mejilla, el pequeño lunar que tenía en ella. Pasó sus dedos por la suave y corta barba de su amigo, delineó lentamente el bello rostro del castaño, los ojos que se veían cansados y por último llevó hacia atrás de su oreja un mechón de su cabello que se había desprendido de su coleta. Ahora fue Bill quien tomó la iniciativa y le besó.
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Se besaron por quince minutos más.
Bill no dijo nada, solo se levantó y se fue.
Con un sentimiento de impotencia y dolor. Tom cayó sobre sus rodillas y dejó salir el grito de dolor que le estaba quemando la garganta. Dejó salir las lágrimas que ya le eran imposible de contener. No podía seguir luchando, no era fuerte. El dolor, la impotencia y la soledad eran un peso que ya no podía soportar más. A gatas llego hasta un viejo baúl que tenía debajo de las escaleras y lo abrió descubriendo uno de sus más preciados tesoros. Habían varios hojas sueltas llenas de dibujos de Bill: Bill con cabello corto, cabello largo, Bill sonriendo, Bill triste , enojado, sensual, comiendo, durmiendo y uno, el más osado de todos, retrataba a un Bill sonriente semi acostado en una cama, mostrando una desnudez parcial, solo cubriendo su parte íntima con una sabana… Tom los abrazaba, se aferraba a ellos. Su verdad, su tesoro.
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Eran pasadas las diez de la noche cuando Simone llegó a casa. Esa noche Gordon llegaría después de la una. Tenía noche de bolos con sus amigos. Ángela, su hija menor había salido con sus amigas y Bill le había avisado que estaría con Mark. Se sirvió una copa de vino dispuesta a disfrutar de la tranquilidad y soledad de su casa. Cuando se dirigía a su habitación para tomar un delicioso baño de burbujas, la luz que se asomaba debajo de la puerta de la habitación de Bill le llamó la atención. Llamo a la puerta para comprobar si su hijo mayor estaba ahí y al serle brindaba la invitación entró, encontrando a su hijo observando la oscura noche, sentado en el alféizar de la ventana.
—Pensé que estabas con Mark.
—Termine con él. —Fue la escueta respuesta de Bill sin voltear a verla.
—¿Y cómo te sientes?.
Bill se tomó sus segundos para responder pero lo hizo con convicción — libre, ligero.
Simone avanzó hasta donde él. Le abrazó por detrás y dejó un beso en su cabeza. Ella más que nadie entendía lo que su hijo le quería decir. Mark era un gran hombre, proporcionó muchas alegrías a su hijo, no lo ponía en duda, pero no era lo que tenía que ser, no con él.
—Hace dos días Tom me besó ….nos besamos —corrigió. Simone alcanzó a ver una pequeña sonrisa en el rostro de su hijo— y con un solo simple roce, sentí como si estuviera vivo…. —¿pero?— Alentó Simone al ver que Bill callaba.
—Tuve un arrebato, un bajón, quizá eso lo motivo para reconfortarme —suspiró— quizá no signifique nada para él. Tal vez me vio roto y tuvo compasión por mí. —Bill rascaba el dedo anular de su mano izquierda. Simone había observado ese nuevo hábito adquirido en los últimos meses. A veces se dejaba una marca que a simple vista parecía dolorosa. Bill parecía no darse cuenta, hasta que Simone se lo hacía notar. En esta ocasión su mamá no dijo nada. Bill se dio cuenta de la forma que había adquirido su acción. Extendió su mano hacia la luz de la lámpara y sonrío tontamente por llegar a pensar que parecía un anillo.
—Yo creo que a Tom le importas y mucho —Bill volvió su atención a su madre— Ha sido tu amigo desde los trece años —Bill quería interrumpir pero ella no lo dejo porque sabía lo que le iba a decir— Él dejó su vida profesional en Berlín por vivir aquí, por ti. No he conocido en mi vida a alguien que se desviva por ti como lo hace Tom. Creo que él ha esperado bastante por ti. Y si te beso fue por amor, a ese hombre se le ve el amor que te profesa en los ojos y en la sonrisa sincera que muestra al verte.
Bill sonrío.
—¿Por qué nunca me dijiste esto? Yo nunca me di cuenta que me gusta hasta que nos besamos. Si veías que él me amaba porque nunca me dijiste nada?.
—Porque eras tú quien tenía que sentir, recordar —lo ultimo lo dijo para sí misma— Dime, ¿cómo se siente cuando estás con él?.
—Nunca me pregunté eso…sólo sé que cuando estoy con él, es cuando más feliz soy. —Bill cayó en cuenta sobre el peso de sus palabras y el rostro se le iluminó.
—Anda, no te quiebres la cabeza. La respuesta siempre la has tenido enfrente de ti. Solo había faltado un pequeño empujón —Simone le tomó de las manos frotándolas con cariño— Es temprano hijo, habla con Tom, pídele una cita. Te aseguro que él lo ha esperado por mucho tiempo.
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Un tono, dos, tres y al cuarto tono, cuando el teléfono fue contestado, el alma regresó al cuerpo a Bill.
—Bill… Yo quiero.
—Escúchame Tom —dio un gran suspiro— acabo de terminar con Mark, y fue por tu culpa, porque solo con un beso me hiciste sentir lo que él no hizo en meses. Con tus besos, me sentí más vivo que nunca. Contigo sentí que todo se sentía bien, que estaba haciendo lo correcto. Me gustas…¡me gustas mucho Tom Kaulitz! — gritó lo último, teniendo la extraña sensación de haberlo hecho ya antes. — y quiero pedirte si quieres unirte conmigo en este viaje, no se lo que pase en el futuro o lo que fue del pasado, solo sé que quiero que estés conmigo. ¿Qué dices, aceptas dar este paso conmigo?.
Una fuerte carcajada se dejó oír del otro lado del auricular.
—Solo hay boleto de ida Bill. No hay de regreso… No te voy a regresar, ya no te dejaré ir.
La voz de Tom era cálida y Bill sabía que estaba sonriendo. El nuevo día los recibió a la nueva pareja colgados del teléfono. Haciendo planes de su futuro. Sabían que no estaban haciendo planes en balde. Sabían que la vida les debía tiempo juntos y era hora de cobrarlo.
*“Ya no estaré más solo aquí, porque tú estás junto a mí ” fuel el último pensamiento de ambos al irse a dormir.
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El líquido oscuro humedeció sus labios. Hace rato había soltado las últimas lágrimas de tristeza. Su mano acaricio con infinita ternura la fotografía que llevaba unos minutos admirando; en ella se veían a un Tom sonriente, sentado en el diván fucsia —Bill había obligado a Tom comprarlo en un bazar— abrazando por detrás a un Bill que estaba sentado sobre sus piernas. Ambos sonreían a la cámara, felices mostrando sus dedos entrelazados que portaban orgullosos unas argollas falsas de matrimonio. Ese día había llegado, se habían comprometido.
Bill y Tom se conocieron a la edad de trece años, y desde ese entonces se volvieron amigos inseparables. El amor de pareja les llego a los dieciséis años.
Tom estudió artes y Bill arquitectura. Tom amaba dibujar, pintar a Bill quien nunca decía No a las sesiones de “trabajo” pues al finalizar siempre hacían el amor. Bill tenía una voz hermosa pero solo cantaba para Tom, quien siempre tenía una guitarra, un piano a la mano para escuchar la angelical voz de su pareja. Componían canciones entre ambos, solo para ellos.
Ahora con 25 años, el profesor de artes, pedía en matrimonio al gran amor de su vida. Llevaban viviendo juntos cinco años y aunque sabían que un documento legal no iba a ser más intenso su amor, decidieron formalizar.
A un mes de la boda, fueron a un festival de música. Se divirtieron, bailaron. Cuando salió a escena la cantante japonesa que entonaba su canción favorita, la cantaron a todo pulmón. La vida era perfecta.
La carretera se encontraba casi vacía a esa hora de la madrugada. Ambos platicaban animados sobre el plan para el fin de semana. Bill sonrío y levantó su mano para admirar su argolla de joyería de fantasía, que brillaba con la intensa luz de luna que majestuosa alumbraba la tranquila noche. Tom al volante hizo lo mismo con su argolla. Bill se acercó y le dio un tierno beso en la mejilla. Una intensa luz parpadeante y un fuerte golpe en su lado del auto, le hicieron cerrar los ojos. Todo giraba, el ruido era intenso para pasar después a un zumbido y después a una absoluta calma.
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Nina Nouer había tenido un mal día: Fue citada a la escuela para que firmara una carta responsiva por su adolescente hija que fue encontrada fumando mariguana. Una falta más y ella sería expulsada. Cuando llegó a su casa se dio cuenta que le habían cortado el servicio de gas por la falta de pago de su ex esposo y se bañó con agua fría. A él le correspondía pagar los gastos de la casa y de su hija. Con tantos problemas encima, no sabia como había llegado al turno del Hospital esa noche y no puso atención a las indicaciones que le daba la jefa en turno. Solo recordaba el nombre de un paciente que recién había muerto y salió al pabellón que le tocaba trabajar esa noche. El paciente dormitaba. Tomó su historial y procedió a tomar sus signos vitales, cambiar el suero y a colocar el tratamiento que necesitaba. Cuando ya se iba, la delgada mano del paciente la sujetó débilmente y con una voz que apenas se escuchaba le preguntó por el estado de salud de Tom. La enfermera que tenía la cabeza ocupada en todos sus malestares, no se dio cuenta que lo que estaba apunto de cometer era una gran falta, pues tenían prohibido proporcionar información a los pacientes y de su boca sin prestar atención a lo que decía, salió lo que sería la más triste y devastadora pesadilla para los amantes: “Tom acaba de morir”. Un Grito desgarrador, lágrimas y el nombre continuo de Tom que emanaba de su garganta seca, adolorida fue lo que se escuchaba en esa ala del Hospital .
El shock, el dolor inmenso de perder a su alma gemela fue el detonante que hizo a Bill caer en un sueño profundo del cual no quería despertar. Ahí, todavía veía a Tom, ahí, él aún era feliz .
La voz de Tom no alcanzaba a llegar al lugar donde se había ido la mente de Bill. No importaba que le tomara de la mano, que le cantara, que le dijera dulces palabras de amor. Nada importaba, Bill no despertaba. A los tres meses, Bill abrió los ojos y observó el techo blanco de una habitación. Con calma sus ojos observaban lo que estaba a su alrededor. Su mirada se posó a la figura de un hombre que estaba sentado, durmiendo en una silla que estaba a su lado. Se quedó quieto por varios minutos, hasta que el hombre sintió su mirada y con lágrimas en los ojos y una sonrisa se abalanzó a él. Bill no podía moverse, sus miembros no respondían del todo.
Con un gran esfuerzo, pues sentía su garganta rasposa y seca preguntó “¿quién eres tú?”.
Bill despertó, pero la pesadilla empezó.
Una pérdida de memoria selectiva fue el diagnóstico final después de varios análisis. Bill recordaba a su familia, la mayoría de los pasajes de su vida, pero al parecer su cerebro quedo bloqueado por el dolor de saber que Tom había muerto, así que cuando Bill despertó , no había ningún recuerdo de ningún Tom.
A petición del Doctor, a Bill se le ocultaron las fotos o cualquier indicio de que una vez él y Tom Kaulitz fueron pareja y solo se dejaron fotos que los mostraban como amigos cercanos pero no enamorados. No querían causar un daño irremediable en la cabeza de Bill. Con el más intenso dolor, Tom aceptó ser dejado a lado. Ser solo un amigo cercano y no hablarle nunca de amor.
Tom no podía vivir sin él. Cuando el Doctor sugirió aire fresco y una ciudad no ajetreada para Bill, Tom también se mudó con ellos. Dejó su trabajo, buscó una casa nueva, muebles y solo cargó consigo el horrible sofá favorito de Bill y los dibujos que le solía hacer. Guardo fotos y todo lo demás en su casa de Berlín.
Dolía en su corazón ver a Bill rehaciendo su vida con Mark y que a él solo lo viera como su amigo, pero sí con eso podía estar cerca de Bill, lo aceptaba.
Su hijo quizá nunca recuperaría la memoria, pero el destino le regresaba al amor de su vida. No ellos en su vida pasada, pero si les daban otra en la cual esperaba que ahora si estuvieran juntos para siempre.
Una sonrisa se formó en su rostro. Se levanto y volvió a guardar las fotos en la caja fuerte junto a las argollas de matrimonio. No debería quedar evidencia alguna de la vida pasada de Bill y Tom. Lo único que dejó sobre el escritorio fue una cámara fotográfica con memoria nueva, lista para ser llenada de nuevos recuerdos.
FIN
Gracias por leer. «Aquí« el video.
SDF Macross – Do You Remember Love? – ( Te Acuerdas Del Amor ) Sub – Español
Me ha explotado la cabeza! Una historia triste y preciosa… Gracias por compartirla
Maravilloso¡¡
Wow. Sentir el dolor de Tom al saber la historia es muy abrumador
Nuevos recuerdos, aaawww, Ady me has hecho llorar, pero de emoción, no de tristeza. Ternura es lo que más necesito en esta etapa tan apagada de Toll, esta sequía de Twc Kaulitz sólo se puede llenar con bellas historias como estas. Gracias, Ady, por tan linda historia. (MizukyChan)
😭😍 que preciosa historia, por un momento pensé que Bill no regresaría a Tom pero pudieron enamorarse nuevamente 😍😭 qué lindo 😍😍
OMG … ! bellisima y triste historia …. me encantó .. gracias mi hermosa Ady por compartir . Besos.
😂😂😂😂 sus vidas volvieron a entrelazarse nuevamente, el amor de uno por el otro prevaleció a pesar de la amnesia de Billy.
Maravillosa historia, llore y sonreí y me emocione con tu historia, gracias 👏👏👏
Casi lloro :'( Me gustó muchísimo, es tan triste pero a la vez tan hermosa
snif… snif… Tiernisima y triste historia :´( Y tmb anticipe la idea de una tragedia mayor y estoy derramando lágrimas por tu culpa. (soy madre y entendi perfectamente la actitud de Simone). GRACIAS MIL POR COMPARTIR ESTE ONE_SHOT. TWC KAULITZ FOREVER!!! ♥