Fuego

N/A: ¡Hola! Pues…Está basado en la película “Cómo entrenar a tu dragón” Ummh… no sé qué más decir (?) Como sea… lean.

«FUEGO»

(One-Shot de Marihe De Kaulitz)

—¡Fuego! —gritó Gordon Trumper.

Y como es de suponer, los demás vikingos acataron rápidamente las órdenes de su líder, activando catapultas y lanzando enormes proyectiles.

Berl, como casi todos los días, se encontraba en una nueva pelea contra los dragones.

Mientras los vikingos más fuertes peleaban e intentaban alejar a los dragones de las casas, los más débiles se encontraban refugiados en el salón principal. Entre ellos se encontraba Bill, un carismático joven de 16 años, que para ser el hijo del líder, no llevaba la musculatura necesaria para ser un buen cazador de dragones, por lo que era relegado a quedarse escondido.

Bill Trumper miraba frustrado como los demás jóvenes que sí eran dignos de ir a pelear contra enormes dragones, salían armados y preparados para una gran batalla, dispuestos a ganar el honor que suponía matar un dragón con sus propias manos. Lo único que Bill quería era demostrar que podía con una tarea tan grande como lo era vencer a un dragón, quería ser el orgullo de su padre, quería ser reconocido.

Fijando en que nadie este mirando, salió por una ventana en mal estado. En la calle se encontró con sus camaradas peleando contra los temibles dragones que acechaban sus hogares.

—Imbécil —dijo una voz jadeante desde atrás. Seguido de los gruñidos de un par de dragones.

—Tom Kaulitz —susurró Bill identificando de inmediato la voz de uno los mejores guerreros más jóvenes. Al voltear lo vio acabar con un pequeño Misslich.

—¡Por algo te dejaron en el gran salón, estúpido! —gritó al cortarle secamente la cabeza a un dragón que se acercaba a ellos—. Ni siquiera traes armas. Jorg me mando a cuidarte, “No podemos dejar que Gordon se quede sin hijo”, dijo… Hacerla de niñero cuando bien podría estar matando estas cosas estúpidas junto a los chicos.

—Pues vete, Kaulitz. Nadie te retiene aquí —señaló Bill.

—Claro, me voy y tú te quedas aquí parado como estúpido. —Empujó a Bill al suelo para clavar su espada en un Hässlich que se encontraba apunto de atacar a Bill—. Sin hacer nada, como siempre… esperando que se te acerquen los dragones y alguien salga de la nada para salvarte. No siempre habrá alguien al pendiente de ti, no te creas tan importante.

—Soy lo suficiente importante para que tú estés aquí cuidándome —dijo Bill sin pensar.

—Eres un… Mira, no tengo tiempo para pelear contigo, necesito mantenerte a salvo. —Tomó a Bill de la mano, y comenzaron a correr de regreso al gran salón.

—¿Qué? ¡Espera! No regresaré al salón—dijo Bill deteniéndose—. Quiero pelear. —Los ojos le brillaban.

En estos momentos, Bill era más importante que matar un par de dragones, así que se escondieron mientras hablaban.

—Ah, tú estás loco —Tom sonrió forzadamente—. Ya me escuchaste, pescadito, tengo que mantenerte a salvo o Gordon enloquecerá, son órdenes de mi padre.

—No, por favor. Tú no sabes lo que se siente no poder demostrar que igual puedo derrotar dragones, que no soy solo un pescado flacucho. —La impotencia y la frustración se apoderaban lentamente de Bill.

Tom decidió ser el chico bueno al menos una vez. —Si preguntan, no me has visto, diré que no te pude encontrar.

—¿En serio? —dijo Bill, que casi saltaba de alegría.

—Sí, pero ten esto. —Le pasó su espada, mientras él sacaba una más pequeña de su pequeña bolsa de cuero.

—Pero es la tuya — dice Bill viendo la inscripción “Tom Kaulitz” en un costado.

—Y tú no tienes una. La que te presté es la mejor espada que puedes encontrar en Berl, me la dieron cuando…

Fue interrumpido por Bill. —Lo sé, lo sé, todos saben eso. Por eso te digo que deberías tenerla tú, dame la otra a mí —dijo seguro.

—Mira, Trumper, en estos momentos me importas más tú, ¿Bueno? Digo, yo sé defenderme, tú no. La que te pasé es más grande, te servirá más.

—Gracias… Tom —Bill sonrió ampliamente.

—Me debes una —sentenció Tom, mientras salía del escondite, sin perder la guardia y seguido de Bill.

Se hicieron un pequeño gesto con la cabeza y cada uno tomó un camino diferente.

&

Tom Kaulitz, era el joven guerrero más fuerte, tenía diecisiete años y peleaba como uno de veinte. Es hijo de Jorg Kaulitz, el herrero de la isla y la mano derecha de Gordon.

Al separarse de Bill, buscó a sus amigos, llegando en el momento justo de ver como un pequeño Misslich, un dragón pequeño pero peligroso, atrapaba por el cinturón a Gustav. Corrió lo más rápido que pudo, pero ya era tarde, el Misslich se lo había llevado.

—¡Mierda! —gritó impotente. No podía hacer nada, aún había dragones que matar.

Mientras tanto, Bill había aprovechado de correr en dirección contraria, debía asegurar que no se topara en ningún momento con Tom.

Blandiendo la espada en el aire y sin dirección alguna, se acercó a un pequeño Hässlich, por lo que había escuchado de Gordon, eran los más débiles y pequeños. Si bien una cosa tan pequeña como esa no le daría el honor que merecía, era un comienzo.

Se acercó por la espalda, sabiendo que si se daba la vuelta estaba perdido. Al llegar lo suficientemente cerca, alzó la espada, pero en el momento justo el Hässlich se giró.

—Mierda… —murmuró entre dientes.

Gordon, que se encontraba cerca, silbó para llamar la atención del Hässlich y alejarlo de Bill. Al ser un dragón pequeño, Gordon lo derrotó de inmediato, pero por distraído salvando a su hijo, descuidó a un Missgeburt que aprovechó de escapar, llevándose detrás a todos los dragones que no estaban heridos.

—¡¿Qué haces afuera?! —le gritó a su hijo al ver que Bill estaba a salvo y todos los dragones escapaban.

—Quería ayudar… —murmuró con la cabeza agachada.

—¡Por salvarte los dejé escapar! —regañó enojado—. ¡Por algo te dejo en el salón principal, no es para que salgas a ayudar!

—Lo siento, yo solo… quería ser útil —susurró Bill con la voz entrecortada. Gordon suspiró.

—Bill, mira a tu alrededor —dijo más calmado—. ¿Qué ves?

—Ummh… ¿Dragones muertos?

Gordon rió. —No, algo más, vamos, piensa.

—Los vikingos tratando de reconstruir sus casas —dijo luego de darse una vuelta.

—Ya, arreglando sus hogares. ¿Todos los vikingos lo hacen? —Bill negó con la cabeza—. Bien, eso es porque cada vikingo tiene una tarea para la que es perfecto, algunos son guerreros, otros herreros, algunos son médicos, hasta Zahna que es dentista… Otros nacieron para liderar—se señaló sonriendo—, y otros todavía deben buscar sus propias habilidades, aquí —apuntó al corazón de Bill.

—¿Dices que tengo que buscar mi propia habilidad? No puedo buscarla si no me dejas, creo que puedo ser un buen cazador de dragones, pero tú no me das la oportunidad de probártelo —dijo mirando a su padre a los ojos.

—Hijo, estoy seguro, que no tienes el material suficiente para poder ser un buen…

—Gracias, en serio —Bill se cruzó de brazos

—Bill —suspiró—. No es lo que quise decir, yo… —Fue interrumpido por Jorg que se aproximaba.

—Lamento interrumpir la charla padre e hijo, pero… —Miró fijamente la espada entre las manos de Bill—. ¿Dónde la conseguiste?

—La encontré mientras corría —contestó nervioso.

—Oh, es de Tom, dijo que se le perdió mientras te buscaba. —Entrecerró los ojos—. Como sea, hay alrededor de cincuenta muertos, y se llevaron a Gustav Schäfer… ¿Lo damos por muerto?

—Rayos, a pesar de la edad, era uno de mis mejores hombres. —Gordon se detuvo a cavilar. Bill instantáneamente pensó en Tom. Corrió alejándose de los mayores, buscándolo con su mirada.

Luego de mucho correr, llegó a la cima de la isla, desde donde se podía ver absolutamente todo.

—Aquí estas —dijo al sentarse junto a él.

—Quiero estar solo —sentenció Tom con voz firme.

—Yo… supe lo de Gustav —dijo mirándolo afectuosamente.

—No quiero hablar de eso. Mierda, fue mi culpa… no, fue tu culpa —murmuró en voz baja—. Si no te hubiera escuchado y llevaba al gran salón habría llegado a tiempo, mierda, esto se siente… duele, ¿sabes? Saber que es mi culpa.

—Se cómo te sientes —murmuró mirándolo tristemente—, vi a mi madre morir frente a mis ojos. —Se le llenaron los ojos de lágrimas.

—¿Dragones igual? —preguntó interesado.

—No, no fueron los dragones… —se estremeció—. Fueron vikingos, de las islas del sur cuando tenía alrededor de ocho años hubo una emboscada, no… creo que no se llama así… la cosa es que nos atacaron. ¿Lo recuerdas? —Tom asintió—. Nos querían robar y yo me quedé con mamá en el salón principal, y los enemigos lograron entrar. Mi mamá me escondió, pero no alcanzó a esconderse ella y la encontraron y… ya sabes… Lo vikingos son bárbaros —Hizo un intento de sonreír.

—Vaya, lo tuyo se oye peor —se lamentó Tom. Su amigo aún podría estar vivo, era un buen guerrero. En cambio la madre de Bill…

—Luego de matarla se la llevaron —sonrió forzosamente—, cuando llegó papá diciendo que habíamos ganado, lloró mucho, pero sigue con la esperanza de encontrarla algún día… Jamás supo que yo vi todo… Salí por una ventana, me sequé las lágrimas y volví a entrar, papá me regañó por estar afuera y dejar a mamá sola —rió sin gracia.

—Bill…

—Pero mamá no habría querido que me hundiera, ni que me deprimiera. Es por eso que desde ese día me prometí a mí mismo ser mejor, hacer que mi madre se sienta orgullosa desde donde esté que me vea y sonría —dijo Bill sonriendo levemente mirando hacia el cielo.

Se quedaron en silencio, cada uno en sus propios pensamientos.

—Te admiro —Bill lo miró confundido—, has pasado por todo eso y sigues aquí sonriendo como si nada, en cambio yo… mierda, Gustav aún puede estar vivo y yo planeando su funeral —musitó.

—Pues, hay que buscarlo —dijo Bill alzando los hombros—, es posible que mi padre lo dé por muerto —sentenció.

—Tienes razón, pero no sé por dónde empezar —murmuró pensativo—, ya, iré a arreglar mis armas, buscaremos mañana por los alrededores. ¿Saldrás conmigo, cierto? —preguntó sonriendo.

—¿En serio? ¿Quieres que vaya contigo? —cuestionó esperanzado.

—Claro, sino no habría preguntado —contestó sonriendo—. ¿Sí o no? —volvió a preguntar.

—¡Sí! Claro que quiero ir contigo, digo… a buscar a Gustav.

Bill quería convencerse de que no era el hecho de que Tom, personalmente lo hubiese invitado a acompañarlo, sino que si le ayudaba a Tom a encontrar a Gustav, se vería como un héroe. Era perfecto.

—No veremos mañana luego de desayunar, aquí mismo —sentenció Tom—. Ya es muy tarde para buscar hoy.

—Bien, nos vemos —se despidió Bill viendo a Tom alejarse.

&

Bill lo sabía, si quería matar a un dragón en la próxima pelea, necesitaba una estrategia, así que se dirigió a la herrería de Jorg.

Bill había sido el aprendiz de Jorg desde pequeño, sabía cómo crear y modificar armas, por lo que comenzó a modificar una catapulta. La hizo más pequeña y le cambió el proyectil, ahora lanzaría una red lo suficientemente pesada para botar al dragón al suelo, para luego matarlo con sus propias manos. Le cambió la forma de disparar y la forma de trayectoria, entre otras cosas más.

Era entrada la noche cuando la terminó. Tomó como pudo la catapulta y salió para llevarla al gran salón. Ni Gordon ni Jorg se aparecieron por ahí, demasiado ocupados visitando a las familias de luto.

La escondió lo mejor que pudo, sabiendo que si había otro ataque lo más probable era que lo mandasen ahí.

&

Dos semanas después, saliendo todos los días después del desayuno y llegando entrada la tarde, recorrieron todo el lado contrario a donde se encontraba el pueblo.

Para desdicha de ambos, no pudieron encontrar ni siquiera una pista de Gustav. Cada uno fue a su casa luego de despedirse. Bill se sentó para comer solo, su padre se encontraba arreglando los últimos asuntos de la pelea de ayer. Tom comió algo junto a su padre y luego se recostó en la cama, estaba cansado.

Se levantó con los sonidos de las sirenas que anunciaban un nuevo ataque, suspiró y comenzó a cambiarse de ropa rápidamente. Necesitaba su ropa de combate.

Bajó a la cocina encontrándose con Jorg a punto de salir.

—Tom, ve con cuidado —mandó antes de salir por la puerta.

—Gracias… —murmuró al aire, Jorg ya se había ido.

Corrió hacia el salón principal, buscando a Bill.

—¡Bill! —gritó al verlo—. Mierda, prométeme que te quedaras aquí. ¡Promételo! —exigió.

Bill negó. —Es mi oportunidad Tom, no te preocupes, cuando terminemos buscaremos a Gustav.

—No podremos buscarlo si estás… —No quiso terminar la frase.

—Volveré —prometió.

—¿Es una promesa? —preguntó Tom, a lo que Bill asintió—. Bien, sales conmigo, apresúrate —mandó serio. Bill sonrió y entró a una habitación corriendo.

—Es bastante necio, eh —dijo Jorg sonriendo.

—Papá… —Tom se sorprendió.

—No te preocupes, no diré nada… ay, mi hijo se enamoró —Jorg suspiró dramáticamente.

—¡Papá! —gritó Tom sonrojado.

—Oh Tom, sé que tú le pasaste la espada—le guiñó un ojo—, su secreto está a salvo conmigo. Aunque es un pescado parlanchín, necio y terco, es un buen chico, no lo lastimes, Tom.

—No lo hare, no hay de que preocu… ¿Qué es eso? —preguntó Tom en cuanto llegó Bill a su lado.

—Una pequeña catapulta, la mejoré, es mi boleto a la grandeza —dijo sonriendo con esperanzas.

—Bien, vamos —Tom agarró su mano y Bill se sonrojó—, es para correr más rápido —se excusó. Salieron tomados de las manos. Bill soltó una risita.

—Niños —murmuró Jorg —, hacen buena pareja. —Suspiro, tenía cosas que hacer.

Afuera las cosas eran diferentes, todos estaban peleando contra dragones.

Tom le entregó una espada a Bill y se puso adelante, dispuesto a matar y proteger a Bill. Corrieron lo más rápido que pudieron hasta llegar a un lugar alto y Bill comenzó a acomodar la catapulta mientras Tom miraba alrededor.

—Tom, sé que quieres ir, ve tranquilo —habló con voz calmada.

—No te dejaré solo —se negó Tom.

—Puedo hacer esto solo, los dragones no llegan hasta acá —Bill se acercó a Tom—. Estaré bien, mientras tú regreses por mí —sonrió—, sano y salvo.

—Bien, volveré por ti, lo prometo —le sonrió de vuelta.

—¡Tom! —gritó Bill al ver que se alejaba, y en un momento de valentía corrió hasta él, lo volteó agarrándolo del brazo y le dejo un pequeño beso en la mejilla—. Ummh… Suerte —dijo tímidamente.

—Para ti igual, Bill –sonrió Tom, para luego salir corriendo, Bill suspiró y siguió acomodando la catapulta.

Al tenerla lista la cargo y apunto, de repente se escuchó un sonido particular, era el que hace el Nachtlied al volar.

El Nachtlied era el dragón más peligroso, nadie lo había visto jamás, ya que aparecía solo en las noches, se le reconocía por el sonido que hacían sus alas al cortar el viento. Bill sabía que matar a un Nachtlied le daría lo que estaba buscando.

Apuntó hacia una torre, esperando que el Nachtlied disparara para poder tener una visión de hacia dónde apuntar, los Nachtlied nunca fallaban.

—Vamos, dame una referencia —pidió silenciosamente. Al momento el Nachtlied disparó a la torre, dispersando una luz morada al tiempo que Bill lo veía pasar, disparó la catapulta, rezando que le llegara y lo atrapara.

—¡Lo hice! —gritó alegremente—. ¿Alguien me vio? ¿No? ¿Nadie? Se lo perdieron —comenzó a festejar solo.

Mientras Bill bailaba solo, se le acercó un Zwillinge, un dragón de dos cabezas, era peligroso por el hecho de que una de la cabezas lanzaba un gas mortal, mientras la otra tenía la habilitad de lanzar chispas que hacían explotar el gas.

Bill corrió lo más rápido que pudo, tratando de que el Zwillinge no lo alcanzara, al llegar a las casas se escondió detrás de una, a lo lejos vio a Tom clavándole la espada en la cola de un Missgeburt.

Bill vio su oportunidad, el Zwillinge todavía lo perseguía, corrió hacia Tom al momento de verlo matar al Missgeburt.

—¡Tom! —gritó llegando a su lado, Tom lo vio sorprendido—, me persigue un… ¡Tiene dos cabezas! ¡Ayúdame! —Se escondió detrás, Tom fue muy lento y no alcanzó a atacar primero. El Zwillinge lo mando a volar, dispuesto a arremeter de nuevo.

—Mierda… —Lo había lanzado al suelo de un colazo—. ¡Corre Bill! —gritó tratando de pararse. Estaba mareado, aparte de que le sangraba el rostro por el golpe.

—Yo… no… —Bill vio una espada tirada cerca de donde Tom había caído, esto ya no era por la gloria, era por Tom—. Tú… ¡No debiste golpear a Tom! —Corrió hacia la espada, la alzó en el aire dispuesto a matar al dragón. Se puso a gritar llamando la atención del dragón.

El Zwillinge avanzó hacia Bill, quien asustado comenzó a alejarlo de Tom, Bill, sin saber muy bien que hacer corrió por un lado buscando su cola y clavándole la espada, como había visto a Tom hacerlo.

El dragón gruñó fuerte, tratando de removerse.

—¡Tom, ayúdame!—se escuchó el grito de Bill. Tom rápidamente se levantó olvidando su mareo.

Agarró su espada y valiéndose de la distracción del Zwillinge, le cortó la cabeza, haciendo que dejara de removerse. La cabeza que quedaba se acercó rápidamente a él, Tom corrió por detrás y salto por encima cuando la cabeza le perdió de vista, rápidamente la cortó.

—¡Bill! —gritó buscando a Bill—. Mierda, Bill… me asustaste.

—¿Te salvé? —preguntó sonriendo esperanzador.

—Sí, me salvaste, pero no vuelva a hacer algo así —pidió Tom tomándolo de la mano—, vamos al gran salón, ya no quedan muchos dragones, veremos en qué ayudamos. —Comenzó a correr.

—No podía correr y dejarte Tom —dijo apretando fuertemente la mano de Tom—. Tenías que volver a buscarme —sonrió.

—Pero ya estamos juntos, ahora tengo que mantenerte a salvo, un pescado flacucho no puede salvarse solo —bromeó.

—Para eso estás tú, mi pescado con músculos. —Rieron juntos al llegar al salón principal.

—Exacto, si yo no estoy, ¿quién te salvara? —presumió.

—Muy subido de humos, eh… dime. ¿Quién salvo a quién del Zwillinge? —preguntó Bill igual de presumido.

—Ambos a… ¿Ambos? —dijo Tom sonriendo, Bill acepto con un asentimiento—. Hacemos un buen equipo —susurró Tom al oído de Bill.

Bill miró a Tom sonriendo.

—Falta el beso. —Jorg llegó a su lado, sonrojándolos a ambos.

—¿Cuándo llegaste? —preguntó Tom sorprendido de verlo.

—Recién —contestó—, los acabo de ver llegar… de la mano. ¿No se soltaron las manos en todo el rato? —los molestó.

—Sí… pero… eh, nos soltamos las… Tom, dile que se calle —dijo Bill más sonrojado, escondiéndose detrás.

—Ya, papá, anda a trabajar —mandó Tom, Jorg suspiró.

—Me voy porque me tengo que ir, no porque tú me obligas —sentenció antes de retirarse.

Bill miró la cara de Tom, estaba llena de sangre así que lo llevó a una habitación desocupada.

—Tom, lamento eso, es mi culpa —se lamentó.

—No seas bobo, bobo —habló calmadamente, viendo a Bill buscar en los estantes—. No es tú culpa, de hecho me hace sentir bien… que vinieras a mí para ayudarte —dijo mirándolo, Bill se detuvo y volteó sonriendo.

—Cállate —dijo acercándose—, esto te dolerá un poco.

—No gritaré, no soy un pescadito —bromeó, Bill puso alcohol en una motita de algodón y la presionó en la mejilla de Tom. Tom lanzó un grito agudo.

—Nena. —Bill soltó una risita.

—Oh cállate, la herida es profunda —se excusó. Bill termino de limpiar el rostro de Tom y se puso a su altura sonriendo.

—Listo, señor —dijo Bill riendo.

Tom le dejó a Bill un pequeño pico en los labios. —Ummh… gracias.

La sonrisa de Bill se amplió.

&

El rumor de que Bill mato a un Zwillinge para salvar a Tom se había extendido por toda la isla para la hora de la cena, al ser domingo, todos los vikingos se juntaban en el gran salón para cenar, momento que se aprovechó para dejar caer millones de cumplidos dirigidos a Bill. Gordon estaba orgulloso, Bill era el primero que al ser principiante mataba un Zwillinge.

Bill sentado entre Gordon y Tom, solo se sonrojaba mirando a Tom. Ambos sabían que Bill no lo había matado, pero Tom no estaba dispuesto a decir la verdad.

—Tú madre debe estar orgullosa —susurró al oído de Bill.

Bill negó sonriendo. —Ella sabe que ese logro no es mío, lo estará cuando verdaderamente deje de ser un niño, y sea todo un hombre.

—Ya eres un hombre, al menos para mí —le guiñó un ojo.

—Tom, no digas esas cosas, te pueden escuchar —dijo sonrojado.

Tom soltó una risita al tomarle la mano a Bill por debajo de la mano.

—Oye Bill, ¿por qué no nos cuentas como salvaste al pobre de Tom de ese enorme y feroz Zwillinge? —pidió amablemente Jorg al fijarse en las manos unidas de los chicos.

—¿No sería mejor que lo contara Tom? Después de todo… soy su héroe —Bill le sonrió a Tom, esperando que le evitara contar como lo había “salvado”.

—Bien, había terminado con un Missgeburt cuando Bill se apareció… y dijo “Aléjate de Tom, maldita cosa fea”, yo no me había dado cuenta, pero por detrás se me acercaba un Zwillinge enorme y feo… Bill corrió, me empujó al suelo y saltó por sobre mí, hasta llegar al Zwillinge y apuñalar su corazón, pero eso no lo mató, el Zwillinge se removía y amenazó con tirarse nuevamente sobre mí… pero Bill no quería que me muera así que con todas mis fuerzas le cortó las dos cabeza de una sola vez —acabó de relatar bajo la mirada de todos, que se alzaron en aplausos y gritos.

—Mi hijo, el héroe… ¡Ay, que genial! —dijo Gordon sonriendo orgulloso, con la mirada en su hijo, Bill solo sonrió apretando la mano de Tom, causándole una risita.

Sería una larga cena.

&

Al otro día Bill se levantó temprano, tenía cosas que hacer, debía matar a un Nachtlied. No le dijo a nadie, debía ser una sorpresa. Haciendo cuentas mentales llegó al lugar en donde debería haber caído. Camino unos minutos y nada.

Estaba por rendirse cuando vio un desastre en la tierra, y los arboles de alrededor partidos, como si alguien se hubiera arrastrado por ahí.

Avanzó cuidadosamente y más adelante lo pudo ver claramente. ¡Había encontrado al Nachtlied! Era enorme, y lindo. Se encontraba atrapado por la red, estaba inmóvil pero se quejaba, lo que comprobaba que seguía vivo.

Se acercó sigiloso hasta llegar al lado, el Nachtlied gruñó al ver al humano levantar la mano dispuesto a tocarlo, Bill jadeó y la retiró rápidamente.

Dispuesto a matarlo comenzó a buscar la espada, se maldijo internamente al darse cuenta, mataría a un dragón y se le queda la espada en la casa. Nervioso dio con una pequeña daga.

Bueno, esto tendrá que servir. —La alzó en el aire dispuesto a atravesar al dragón.

El Nachtlied miró a Bill a los ojos, transmitiéndole un montón de sentimientos que fueron confusos para Bill. Bajó lentamente la daga, sin dejar de mirar los ojos del dragón, miró a los lados, nervioso y sin saber muy bien que hacer.

Debo estar loco —murmuró entre dientes—, para rematar hablo solo… —Rápidamente comenzó a cortar la red para desatar al Nachtlied—, quizás si lo salvo se hará mi amigo… o me matará por ponerlo en este embrollo… no, no hay que ser pesimistas —parloteaba consigo mismo.

Jadeó al golpearse contra el suelo, el Nachtlied se había tirado encima una vez lo desató, se miraron fijamente, Bill jadeando asustado mirando al Nachtlied gruñir levemente, el dragón levantó la cabeza y abrió el hocico dispuesto dispararle, pero se detuvo. Bill lo había salvado, ahora el Nachtlied no le debía nada.

Bill vio como el Nachtlied se alejaba arrastrándose, no lo había matado.

&

Volvió a su casa entrada la noche, se encontró con su padre a punto de salir.

Ahora que sé que eres un buen cazador, entrarás al escuadrón de entrenamiento —sentenció Gordon.

¿Qué? ¡No! Papá, no puedo matar dragones. —Se negó completamente.

No mientas, mataste a un Zwillinge tú solo, no me vengas con esas ahora, años queriendo entrar al escuadrón, ahora no tengo tiempo para lidiar contigo —habló Gordon con voz autoritaria—. Y es definitivo. Ahora me llevaré a un grupo para buscar el nido de dragones, te quedaras a cargo de Jorg.

—Papá, sabes que no lo encontrarás, nadie lo ha hecho antes.

—No seas pesimista, hijo, quizás y hasta encontremos a Simone —Sonrió Gordon al imaginarlo.

—Iré afuera a caminar —avisó suspirando, no sería él quien le digiera la verdad a Gordon.

Caminó un buen rato, hasta llegar a la casa de Tom, dudó un poco antes de tocar.

«Prácticamente casi soy su novio, no le molestará mi visita», pensó sonrojándose.

—Bill —dijo Tom sorprendido, pero luego sonrió ampliamente—, Pasa, pasa. ¿Qué te trae por aquí?—preguntó lo más educado que pudo.

—Pues, mi padre está arreglándose para salir así que… no tenía nada que hacer —Le sonrió.

—Mi padre igual, pero ven, conversemos en mi cuarto —dijo tomándolo de la mano.

Al llegar al cuarto de Tom, se sentaron uno al lado del otro, un tanto nerviosos.

&

—Y… ¿Por qué no simplemente le dices que… falleció? Digo, para que deje de buscarla —preguntó Tom confundido. Llevaban un par de horas conversando, cuando salió el tema de la madre de Bill, otra vez.

—No, no quiero ser el que le quite las ilusiones a papá —respondió Bill, con la cabeza apoyada en el regazo de Tom—. Está muy ilusionado, y sé que algún día se volverán a encontrar, así que…

—Lo he dicho antes, y lo vuelvo a repetir, te admiro —dijo Tom con una sonrisa tierna.

—Es algo que cualquiera haría, nadie quiere ver a un familiar querido triste —dijo Bill, Tom solo asintió.

Tom acercó su rostro al de Bill, dispuesto a dejarle otro pequeño beso en los labios.

—Ay, la primavera del amor —dijo Jorg, interrumpiendo el momento.

—Señor Kaulitz —saludó Bill tímidamente.

—Ay hijo, no me digas así, ya casi somos de la familia —dijo solo para molestar, Ambos se sonrojaron—. ¿Saben? Hace poco estaba recordando… cuando ambos eran pequeñitos y se juntaba a jugar, era tan lindos verlos juntos —habló con los ojos brillantes. Los menores lo vieron confusos—. Oh… ¿No recuerdan? Eran inseparables… antes que desapareciera Simone, no pasaban ningún día separados…

—No lo recuerdo… ¿Tú lo recuerdas? —preguntó Tom a Bill, quien negó con la cabeza.

—Era de esperarse, eran muy pequeñitos, Tom siempre decía que se casaría con Bill cuando creciera… —Sonrió al ver a Tom sonrojado—. Simone y yo ya teníamos la boda planeada, pero cuando se separaron… fue muy triste… hasta que hace unos años, cuando Tom comenzó a entrenar y sobresalir entre las chicas, las miradas celosas de Bill y las miradas a escondidas de Tom, nos trajeron las esperanzas… hasta que atinaron chicos, hacen una linda pareja. Sigan donde quedaron, chicos, yo iré afuera —Se fue tan rápido como llegó.

—Vaya… celoso —dijo Tom molestando a Bill.

—Y tú me mirabas a escondidas —contraatacó Bill sonrojado.

—Oh… guarda silencio y acércate —pidió al acercar su rostro al de Bill, para dejar un pequeño beso en sus labios.

Entre besos y besos llego la hora en que el grupo tenía que partir.

—Adiós, hijo —Se despidió Gordon, luego miro a Jorg—. Acuérdame por qué lo dejo a tu cargo, por favor —dijo sonriendo.

—Que quieres que te diga, soy un buen padre —sonrió—, no te preocupes, puede que no tenga todas las cualidad de un buen vikingo… pero la necedad y terquedad la tiene… además, Tom no dejará que se lastime —aseguró soltando una risita.

—Sí, tienes razón, puedo irme tranquilo —dijo suspirando—, ¡Adiós, chicos! ¡Nos vemos en un mes! —gritó.

Listo, Gordon se había ido y no volvería hasta dentro de un mes.

&

Había pasado una semana y Bill era un desastre en el entrenamiento, nadie creía que fuera capaz de matar a un Zwillinge él solo.

Ahora se encontraba entrenando junto a otros cinco chicos más, entre ellos Tom, que lo ayudaba cuanto podía.

Nicole y Kriege —Las únicas mujeres del escuadrón—, reían al ver a Bill tirado en el piso, había sido golpeado por un pequeño Wenig. El dragón tenía la mitad del tamaño de Bill, pero el doble de su fuerza, que igual no era mucha. Jorg ya lo había encerrado, pero Bill seguía en el suelo.

Kriege se acercó a él, le había cansado ver siempre el mismo espectáculo.

—No siempre tendrás suerte, zopenco, despierta, si sigues así te mataran. Aunque bueno, no tienes muchas opciones… —habló con suficiencia. Bill solo miró al suelo.

Tom iba a replicar, pero Jorg se interpuso.

—Muy bien, ¿cuál es la lección de hoy? —preguntó a nadie en particular, suspiro al ver que nadie respondía—, absolutamente TODOS los dragones tiran para matar.

&

—Entonces… ¿Por qué tú no? —pregunto mirando al dragón. Scotty (como decidió nombrarlo), solo lo miró ladeando la cabeza.

Lo había encontrado días después de que lo dejara escapar, al separarse de Tom mientras buscaban a Gustav por el sector. No le dijo nada para no asustarlo, ahora se encontraban en una especie de lago. Scotty se había lastimado la cola así que no podía salir de ahí, Bill lo visitaba todos los días para probar un repuesto nuevo, en primer lugar porque era su culpa, esperaba que este sea el correcto, le dejó el pescado mientras él se ponía detrás para amarrárselo.

Se había desvelado toda la noche para tenerlo listo, así que ese debía ser el definitivo. Cuando lo tuvo preparado, se levantó para llegar al lomo y se sentó.

—Vamos, amigo, veamos que tal ahora —dijo Bill emocionado, Scotty alzó las alas y se elevó, probando la nueva cola, gruñó fuerte, ese era perfecto.

Bill gruñó de nuevo. Habían volado toda la tarde y le dolían sus partes íntimas.

—Te pondré una silla —sentenció.

Scotty respondió saltando alrededor antes de lanzarse al lago que había a un lado.

&

Era un hecho, no estaba hecho para ser un cazador.

—Me rindo —dijo Bill sentándose al lado de Tom en el gran salón.

Ya había pasado un mes, hoy llegaba Gordon.

—Todavía puedes ser herrero, has sido mi aprendiz desde pequeño… —dijo Jorg calmadamente.

Se oyó un gran alboroto afuera, esperaron un poco y apareció Gordon en todo su esplendor.

—¿Cómo le ha ido a mi hijo, el cazador de dragones? —preguntó Gordon orgulloso.

—Ummh… soy herrero —dijo Bill alzando sus hombros. Gordon suspiró.

—Lo supuse, pero eso igual es bueno. ¿Cómo está mi hijo, el herrero? —preguntó otra vez. Bill solo sonrió.

Luego de comer celebrando la llegada del grupo. Bill se llevó a Tom al lago.

—Debo mostrarte algo, estoy confiando en ti, así que no hagas nada estúpido —pidió Bill mirando seriamente a Tom.

—Lo prometo.

Pasaron entremedio de unos arbustos que tapaban la vista del lago.

—Es… lindo —dijo Tom admirando el paisaje—. ¿Querías estar a solas conmigo? —preguntó Tom levantado las cejas.

—Tonto —suspiro Bill sonriendo—, ¡Scotty! —gritó lo más fuerte que pudo.

—Oh… me engañas con alguien llamado Scotty, que por cierto es nombre de perro, y me lo vienes a presentar —murmuró Tom, fingiendo indignación.

—No… este, es Scotty —dijo señalando detrás de Tom.

El grito que Tom dio al voltear, fue todo menos masculino.

—Oh, mierda… ¡Un Nachtlied! Corre Bill. —Tomó la mano de Bill y comenzó a correr. Scotty solo gruñía viendo a su humano siendo arrastrado por esa otra cosa.

Scotty saltó y aterrizó sobre Tom.

—Sálvate Bill. ¡Corre! —gritó Tom viendo que el Nachtlied se disponía a dispararle.

—Scott… —No alcanzó a terminar la frase al ver lo que el dragón estaba haciendo. Se largó a reír.

El Nachtlied había dejado de apuntar y se encontraba lamiendo y oliendo a Tom un poco confundido. Tom comenzó a buscar su espada, pero Bill lo detuvo antes de tomarla.

—Pero que mierda… ¿Me quiere comer? —dijo un poco más calmado Tom, al ver que no le estaba atacando—. ¡Bill, me quiere comer! Sé que soy rico pero no pensé que tanto…

—Reconoció mi olor en ti… solo está confundido —habló Bill rodando los ojos.

Scotty miró a Bill, y luego a Tom, y luego a Bill nuevamente, alzó las cejas haciendo un sonido parecido a la risa. Bill sonrió.

—Diablos, ¿es tuyo? Dile que se quite —pidió Tom.

—Es mi amigo… sí… Scotty, déjalo, él es mío —pidió amablemente, Scotty saltó al lago a buscar peces.

—Mierda, como puedes… mierda… —Se había quedado sin habla.

—No hace nada, ven, vamos a volar. —Llamó a Scotty y le colocó el repuesto de cola junto a la nueva silla.

—Vaya… ¿Lo hiciste tú? —pregunto viendo la cola y la silla, Bill asintió—. Eres buen herrero —dijo sonriendo. Bill tomó su mano y subieron al dragón, volaron juntos toda la tarde.

&

Una tarde mientras buscaban a Gustav, se les ocurrió usar a Scotty, Bill le dio una prenda para que Scotty oliera y partieron. Había caído la noche, Scotty los llevó por las islas de los alrededores, hasta que llegaron a una de la que Scotty no quería salir, así que Bill sospechando bajo a investigar.

—¡¿Gustav?! —gritó Tom lo más fuerte que pudo.

—¡Mentira! ¡Tom! —se oyó el grito de Gustav, el eco se escuchó por toda las isla.

—Lo encontramos… ¡Está vivo! ¡Gustav! —siguió gritando.

—Tom, sube, así no lo encontraremos —dijo Bill tendiéndole la mano, Tom sonrió y subió—, vamos chico, sigue la voz —mandó a Scotty mientras Tom seguía llamando a Gustav, pero ya no se escuchaba nada.

—Donde estará… ¡¿Por qué no contestas, Gustav?! —siguió llamando pero era inútil, no contestaba, Scotty, liderado por su buen olfato los guío hasta una cueva, gruñendo.

—¡Gustav! —gritó Bill esta vez.

Gustav salió corriendo de la cueva, seguido del Misslich que venía detrás.

—¡Tom! —gritó Gustav, mirando para todos lados. Tom y Bill bajaron de Scotty y se acercaron a Gustav, que los miraba sorprendido. Scotty se puso delante del Misslich, dispuesto a defender a sus amigos.

—Luego te explicamos, ven. —Tom con una mano tomó a Gustav y con la otra mano agarró a Bill, comenzaron a correr.

—Creí que lo había perdido al llegar, alcancé a escapar, pero al comenzar a llamarte… mierda, creí que moriría aquí —dijo a punto de llorar, Tom paró de correr y abrazó a su amigo.

—Todo es gracias a Bill, es un héroe —dijo Tom mirando tiernamente a Bill.

—Oh… mierda, no sé qué hubiera hecho sin ti —murmuro al momento de abrazar a Bill, Tom carraspeó incómodo.

—Ya, ya, basta de abrazos, Scotty aún no vuelve —habló Tom serio, Bill sonrió, tenía razón. Esperaron unos minutos, los tres se estaban impacientando, llegando al punto en que ellos irían a matar al Misslich si Scotty no aparecía pronto, cuando apareció el dragón de lo más feliz.

Todos suspiraron. Los tres subieron y se acomodaron como pudieron sobre el Nachtlied, emprendieron el viaje a casa.

Scotty se había ganado otro amigo.

&

Al llegar, Scotty se quedó en el lago, aún no era tiempo para que el pueblo supiera de él.

Los tres partieron caminando al pueblo, allí todos se encontraban preocupados, pero al verlos llegar, todos aplaudieron a los héroes. Bill había cumplido su meta, sonrió mirando como el pueblo le aplaudía por una obra que sí fue hecha por él.

—Tú madre debe estar orgullosa —le dijo Tom al oído. Bill asintió mirando al cielo.

Simone, sentada sobre una nube, sonrió mirando a su hijo.

F I N

Publico con autorización del autor

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