Notas de la autora: Hi! e_é
Bueno, hace tiempo que me estoy aficionando a ver a Bill con Bushido y aunque no estoy acostumbrada a escribir sobre esta pareja (de hecho es la primera vez que lo hago xDU) me apetecía probar a ver que tal salía >< A demás de que hay muy pocos fan fics en los que les veo juntos T^T
Muchísimas gracias por leer! <33
«Insomnio»
(One-Shot de Miss Lujuria)
«Esa no sería la última noche que Bill se desvelase…»
— Joder…—protestó un inquieto Bill, dando vueltas insistentemente sobre el mullido colchón en el que supuestamente reposaba desde hacía horas, arrugando las sábanas que le cubrían en el proceso.
Echó un ligero vistazo en dirección a su gemelo, viendo con envidia la expresión de tranquilidad que se reflejaba en su rostro. Por un momento estuvo tentado a despertarle, ya que no podía dormir al menos que tuviera compañía hasta que lograse conciliar el sueño. Pero la tierna imagen de un Tom acurrucado en frente suya y sonriendo imperceptiblemente mientras emitía suaves y pausados ronquidos le obligó a contenerse. Se sentiría culpable si perturbase el sueño de su gemelo solamente por su propia conveniencia. Definitivamente Tom no tenía la culpa de su repentino insomnio y no tenía derecho a desvelarle a él también por un simple capricho.
Con cuidado de no despertar a su gemelo, el cantante pasó una de sus largas piernas a un extremo de la cama por encima del cuerpo contrario, aprovechando ese gesto para depositar un suave beso en una de sus cálidas mejillas antes de bajarse por completo de la cama.
En respuesta obtuvo un suave ronroneo que le hizo sonreír ampliamente, más al ver como el mayor tanteaba el colchón con sus finos dedos en busca del hueco que supuestamente era ocupado por él, abrazándose fuertemente a la almohada que en ese momento actuaba como sustituta del cuerpo de su gemelo.
En ese momento Bill tuvo la tentación de lanzarse sobre el guitarrista y comérselo a besos hasta no dejar ni rastro de él. De vez en cuando Tom sabía muy bien cómo sacar su lado tierno aun sin darse cuenta.
Suspiró largamente al tiempo que empezaba a andar lentamente hacia la puerta del dormitorio, dispuesto a abandonar su cama hasta que realmente tuviese ganas de estar en ella.
Pasaron unos cuantos minutos en los que el menor de los Kaulitz no paró de dar vueltas por cada rincón de la oscura y silenciosa casa, logrando sin proponérselo que su desvelo fuese en aumento. Resignado, decidió buscar a tientas el interruptor de la luz situado en la sala de estar, accionándolo con desgana. Aprovechó la tenue luz que se extendía por el largo pasillo en frente suya para volver nuevamente a su habitación, arrastrando los pies con el suficiente cuidado para no molestar a su gemelo.
En silencio empezó a rebuscar en el interior del gran armario empotrado a un extremo del dormido, sacando un par de prendas junto con unas botas altas, buscando las llaves de casa en uno de los cajones de la cómoda situada un extremo de la cama, volviendo a salir cuidadosamente al exterior.
Sabía que la calle no era el lugar más adecuado para visitar a esas horas de la madrugaba, pero tampoco veía más opciones. Ya lo había intentado todo: ver la televisión, ponerse a leer un buen libro, escribir canciones, escuchar música con los auriculares de su teléfono móvil… Pero todos y cada uno de sus intentos habían resultado ser completamente inútiles.
Su única esperanza era ponerse a dar vueltas por la calle hasta hartarse y rezar en el proceso porque le viniese el sueño de una vez por todas, aunque solo fuera por puro aburrimiento.
Una vez se encontró en su portal miró distraídamente a ambos lados de la calle, arrugando la nariz al no ver ni un alma por los alrededores. Gruñó con fastidio mientras empezaba a andar sin un rumbo fijo sin escuchar mucho más que el murmullo del viento que sacudía las hojas de los árboles y el ruido de los neumáticos de algún que otro coche que pasaba por la zona.
Al final terminó metiéndose en un bar que encontró unas cuantas calles más abajo. Claro que no pensaba emborracharse a esas horas, pero al menos se distraería por poco que fuera. Se sorprendió al ver a tanta gente dispersa por el local, prácticamente estaba medio Magdeburgo ahí dentro.
Se acercó y se sentó a un extremo de la barra sin reparar en que el sitio en el que se encontraba no era un bar normal y corriente, cosa que no tardó en comprobar al no ver ni una sola mujer por los alrededores y presenciar un húmedo y desesperado beso entre dos jóvenes a pocos metros de él. El olor a alcohol y a sexo que se respiraba en el ambiente le embriagaba, inundando por completo sus sentidos.
Pudo ver a lo lejos a un stripper restregándose sensualmente contra una barra de hierro, deslizándose lentamente hacia el suelo con incitantes movimientos de cadera, encendiendo a su público en cuestión de segundos.
No supo cuándo, cómo ni por qué, pero sus pies se movieron solos en dirección al muchacho que bailaba sobre la gran plataforma, abriéndose paso entre la multitud de chicos que le miraban expectantes al tiempo que le lanzaban multitud de billetes que este iba cogiendo como podía, a veces con las manos, otras con la boca, restregándolos contra su pelvis antes de sujetarlos en la fina gomilla del tanga que cubría su centro de placer, el cual se marcaba bajo la delgada tela gritando por un poco de atención.
No sabía qué pintaba alguien como él en un club gay, pero el espectáculo que ese joven le estaba ofreciendo le parecía bastante entretenido, así que, ¿por qué no curiosear un rato? A fin de cuentas ya se había resignado a no pegar ojo esa noche, al menos podía buscar algo en lo que ocupar su tiempo.
Bill estaba tan concentrado en lo que estaba viendo que no se do cuenta de en qué momento el hombre había empezado a andar hacia él, serpenteando las caderas en un intento por llamar su atención.
Al ver que el moreno seguía ensimismado, el chico decidió ir un poco más lejos y apegarse a su cuerpo todo cuanto el espacio personal le permitía, restregándose pasionalmente contra él, provocando intensos roces entre sus pelvis a cada movimiento, dejándole sentir al cantante la dureza de su entrepierna, la cual se presionaba fuertemente contra la contraria, haciéndola reaccionar irremediablemente.
Bill reprimió un gemido mientras el joven le sujetaba ambas manos con firmeza, llevándolas en dirección a su trasero, incitándole a manosearlo, cosa que el menor no tardó ni medio segundo en hacer, dejándose llevar por esa hipnótica y sensual mirada que le dedicaba.
El chico sonrió satisfecho, soltando al menor con la confianza de que este seguiría tocándole para rodear su largo y níveo cuello con ambos brazos, ondulando repentinamente las caderas, acción que hizo jadear inconscientemente a Bill, quien no podía creerse aun lo que estaba haciendo con ese chico sin conocerle absolutamente de nada.
Una intensa descarga azotó su cuerpo sin piedad cuando los labios del chico se cerraron en torno a la piel de su cuello, el cual Bill estiró en un acto reflejo, sintiendo como el joven iba dejando fuertes succiones por la zona con toda la intención de dejarle marca. En otra situación el joven se hubiese llevado un buen golpe por lo que estaba haciendo, pero el menor de los Kaulitz estaba tan extasiado que se sentía incapaz de hacer otra cosa que no fuera gemir.
El chico volvió a sonreír contra su piel al tiempo que dejaba un húmedo camino de besos y lametones por cada porción de piel al descubierto, volviendo a marcar la delicada y sensible zona mientras guiaba sus juguetonas manos hacia el redondito y bien formado trasero del cantante, apretándolo con deseo entre sus dedos, sacando más y más gemidos de la boca de su acompañante, quien a esas alturas había olvidado incluso cómo se llamaba.
El chico abandonó su adictivo cuello con pereza para atacar ahora su mentón, mordisqueándolo con voracidad sin dejar en ningún momento de amasar sus nalgas.
Esos hambrientos mordisquitos fueron cambiando lentamente su trayectoria hacia el lóbulo de su oreja derecha, el cual fue oprimido maliciosamente entre los dientes del joven, sacándole al cantante un suave ronroneo que a su “nuevo amigo” le pareció lo más sensual que había escuchado en mucho tiempo.
Las piernas de Bill temblaron cuando el muchacho introdujo su juguetona lengua en su sensible oreja, degustándola como si fuese el mejor de los dulces. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por reprimir un grito de sorpresa cuando una de las inquietas manos contrarias comenzó a forcejear ansiosamente con el cierre de su ajustado pantalón, buscando esa palpitante erección que luchaba desesperadamente por ser liberada de esa asfixiante prisión de tela.
En ese momento Bill reaccionó, presionando el firme y sudoroso pecho del joven con la suficiente fuerza para crear una distancia prudente entre ambos cuerpos.
El chico, al contrario de lo que Bill esperaba que hiciese, se limitó a sonreírle con coquetería, centrando nuevamente su atención en el resto del público que le vitoreaba, alejándose rápidamente del cantante para alivio de este. Asustado de lo que acababa de sentir y presenciar el cantante se apresuró a buscar la salida de ese antro, deseando pisar de nuevo la calle lo más pronto posible.
Con dificultad atravesó la gran masa de gente hasta que logró por fin salir del local, soltando un prolongado suspiro de alivio al poder por fin respirar aire puro. Aun alterado se recargo contra una farola a sus espaldas, mirando fijamente al cielo repleto de estrellas, siendo tenuemente iluminado por la luz de una esplendida luna llena. Esa ensoñadora visión logró que su respiración se regulase por un escaso momento.
Un brazo enroscándose alrededor de su cuello le obligó a poner nuevamente los pies en la tierra, haciéndole soltar un débil gritito de asombro al darse cuenta de que tenía compañía.
— Hola, preciosa…—saludó su acompañante, un hombre alto, fornido, con la mirada desorbitada y un aspecto bastante desaliñado.
Bill vio como este se tambaleaba de un lado a otro como si fuese a perder el equilibrio en cualquier momento y puso los ojos en blanco al percibir el desagradable aroma a alcohol que desprendía. Ahora entendía el por qué le había confundido con una mujer a pesar de la ausencia de maquillaje en su perfecto rostro y su pelo un tanto desarreglado.
“Genial, lo que me faltaba… Un borracho” pensó el cantante, bufando al tiempo que deshacía bruscamente el agarre de su cuello, dispuesto a alejarse de ese hombre antes de que este intentase hacer alguna tontería.
— ¿Por qué tanta prisa? —inquirió el hombre, sujetando con fuerza uno de los brazos del menor, haciéndole servir de impulso para atraerle bruscamente hacia él, rodeando su estrecha cintura con ambos brazos para mantenerle bajo su control, haciendo que sus cuerpos se amoldasen peligrosamente el uno al otro, asustando a Bill, quien empezaba a arrepentirse de haber salido tan tarde y solo a la calle—. No deberías ir por ahí sola, pequeña… Puede ser peligroso…—susurró, enterrando su rostro en la curvatura del cuello de Bill, aprovechando esa acción para depositar un húmedo beso en la zona que le provocó al pequeño una incontenible mueca de asco.
— Gracias por la sugerencia… Ahora suéltame—ordenó Bill, empujando fuertemente el pecho contrario, logrando sin proponérselo que el hombre apretase el agarre de su cintura, haciéndole jadear al sentir la excitación de su agresor contra su bajo vientre—. ¡Suéltame! —insistió, revolviéndose fieramente entre sus fuertes brazos, gruñendo al escuchar la divertida risilla del hombre en respuesta a su orden.
— Me encantan las mujeres con carácter…—susurró, presionando fieramente sus labios contra la piel del cuello del pequeño, inundando toda su longitud de violentos y desesperados besos sin atender a los audibles quejidos de Bill, quien empezaba a temer lo peor al darse cuenta de que todos sus intentos por soltarse estaban resultando ser en vano, apretando los ojos con fuerza como si así lograse protegerse de ese sujeto.
Una fuerte presión en los hombros del hombre le forzó repentinamente a soltar a su presa, obligándole a dar unos cuantos pasos hacia atrás. Bill abrió los ojos con lentitud, viendo sorprendido como su agresor era alzado y estrellado sin dificultad contra la farola en la que el mismo había estado apoyado segundos atrás.
— Te ha dicho que le sueltes…—reconoció la voz de su defensor, quien cerraba una de sus fuertes manos en torno al cuello de la camisa del hombre, asfixiándole momentáneamente y provocándole una mueca de dolor—. ¿Es que no le has oído?, ¿o tal vez quieres que te lo repita de otra forma?—siseó, clavando su afilada mirada en la contraria.
Sin darle tiempo a reaccionar soltó bruscamente el agarre de su camisa, haciéndole caer violentamente al suelo. El hombre no tardó ni medio segundo en echar a correr torpemente en dirección contraria a la suya, intimidado por esa repentina demostración de fuerza bruta.
— ¿Estás bien? —preguntó, girándose sobre sus talones para encarar de frente al cantante, quien asintió con un leve cabeceo, enmudecido por el miedo de verse a merced de ese hombre.
— Gracias, Anis…—dijo el pequeño, más tranquilo, curvando una media sonrisa que fue correspondida por otra del rapero, deshaciéndose inconscientemente de esa fría capa de hostilidad que siempre se había interpuesto entre el mayor y él.
— ¿puedo preguntar qué hacía Bill Kaulitz en un sitio como ese? —inquirió Bushido, enarqueando una ceja con evidente curiosidad bajo la mirada sorprendida del menor.
— ¿Me viste? —preguntó lo evidente, viendo con cierto nerviosismo como el rapero asentía levemente con la cabeza.
— yo también estaba ahí, quise saludarte, pero estabas tan entretenido con ese stripper que me dio pena interrumpirte…
Bill sintió como le ardían las ojeras a cada palabra que salía de la boca de Bushido. Si estaba así por alguien a quien a penas conocía no quería ni imaginarse la cara que pondría si su gemelo se enterase de lo que se había dedicado a hacer esa noche.
— No te confundas, entré ahí solo por curiosidad… —aclaró Bill, desviando la mirada en todas las direcciones opuestas al rapero.
— Claro…—murmuró un divertido Anis, procurando que su tono de voz sonase lo menos irónico posible. No quería ofender a su acompañante, no después de tanto tiempo buscando propiciar un acercamiento con él.
— ¿Y tu, qué? no sabía que tenías estas “aficiones” —comentó Bill, aun sin atreverse a sostenerle la mirada al rapero. Lo admitía, estaba nervioso, pese a que, aunque un tanto incómoda, la conversación con Bushido estaba resultando ser más amena de lo que esperaba.
— Y no las tengo… pero me pareció un sitio interesante…—respondió Anis, encogiéndose indiferentemente de hombros.
— Lo mismo digo…—concedió Bill, carraspeando suavemente al sentir la penetrante mirada del rapero sobre su cuerpo.
Un inquietante silencio se formó repentinamente en el ambiente, incomodando a ambos chicos, quienes se miraron fijamente durante un buen rato, esperando a que alguno de los dos se decidiese a romperlo.
— Bueno, ya que estamos aquí… ¿Te apetece dar un paseo y de paso me acompañas al hotel?—inquirió el rapero, alzando ambas cejas a la espera de la respuesta del cantante.
— Supongo que te debo una, así que… como quieras…—concedió Bill, encogiéndose graciosamente de hombros al tiempo que empezaba a andar lentamente a un costado del rapero, quien sonrió ampliamente, satisfecho por la respuesta del pequeño.
No podía decirse que Bushido y Bill fueran muy buenos amigos, de hecho era todo lo contrario gracias a esa bochornosa entrevista en la que el rapero le pidió al menor clara y públicamente satisfacerle de forma oral. Pero al mayor le gustaba ver que a pesar de todo Bill accedía a su petición.
Durante todo el trayecto al hotel ninguno de los chicos abrió la boca, aunque, extrañamente, eso no les molestó en absoluto.
No sabía por qué, pero Bill comenzaba a sentirse peligrosamente bien en compañía del rapero, quien de vez en cuando le echaba disimuladas miradas por el rabillo del ojo que no tardaba en desviarle al verse descubierto por él, haciéndole sonreír imperceptiblemente.
¿Quién diría que alguien tan imponente como Bushido podría dar una imagen tan tierna?
— ¿Te apetece subir? —preguntó Bushido una vez se encontraron frente a frente con el famoso hotel, rezando porque el cantante le diera un “sí” como respuesta.
— Escucha, Anis… Te agradezco lo de antes, en serio… pero creo que si se trata de follar puedes hacerlo con cualquiera…—respondió Bill, sin rodeos, viendo confundido el desconcierto que se reflejaba en la cara del rapero.
— Niño mal pensado… ¿Quién ha dicho nada de follar? —inquirió el rapero, riendo con suavidad.
— ¿Para qué otra cosa querrías que subiera entonces? No creo que vayas a contarme tu vida, ¿no, Anis? —dijo el menor, enarqueando una ceja con evidente curiosidad.
— Bueno, hace tiempo que no nos vemos, tendremos cosas que contarnos…—se justificó Bushido.
Una perfecta “o” se formó en los labios del menor, quien no pudo evitar soltar una suave risilla contagiosa que hizo torcer una media sonrisa al rapero.
Bill se encogió ligeramente hombros, accediendo silenciosamente a la petición del rapero, a pesar de que sabía muy bien las ganas que este le tenía desde hacía tiempo.
Todos los músculos de su cuerpo se tensaron al sentir como el más alto rodeaba su estrecha cintura con uno de sus brazos, atrayéndole levemente hacia así al tiempo que se disponían a entrar en el hotel, sonriendo de forma triunfal al haber conseguido lo que quería del pequeño.
Antes de darse a penas cuenta el menor se encontraba frente a frente con la puerta de la habitación ocupada por el rapero, quien forcejeó levemente con la cerradura antes de abrirle paso a su acompañante.
Bill dudó por un segundo, preguntándose mentalmente si sería buena idea entrar en esa habitación. Aunque tuviese una idea bastante clara no sabía cuales eran los verdaderos planes de Bushido, además de que era consciente de que nadie acudiría en su ayuda si el rapero decidiera aprovecharse de él.
— ¿Tienes sed? Te invito a una cerveza…—anunció Bushido, sacando un par de botellas del minibar, caminando sobre el suelo enmoquetado en dirección al cantante.
Bill no tardó en aceptar la botella que el mayor le ofrecía, borrando todo rastro de desconfianza de su mente a pesar de que aun seguía estando bastante nervioso.
— Tranquilo, Bill… No muerdo—comentó Bushido, sonriendo con diversión al advertir el ligero temblor en las finas manos del pequeño.
Bill frunció el ceño, limitándose a tomar un pequeño sorbo de la botella, sintiendo un ligero mareo gracias al intenso sabor de la cerveza.
— Es… es un poco fuerte…—murmuró el menor, sin advertir la peligrosa cercanía de ambos rostros.
Sin darle tiempo ni a parpadear el rapero estrelló fieramente sus labios contra los del pequeño, dejándose embriagar por el sabor de la cerveza unido al de la propia piel del cantante, quien le miraba con los ojos exageradamente abiertos sin atreverse a mover ni un solo músculo. Bushido aprovechó el desconcierto del pequeño para estamparlo rudamente contra la rugosa pared, sacándole un lastimero quejido que murió en su hambrienta boca, al igual que todos los que le siguieron después.
La jadeante boca de Bill se entreabrió en busca de un poco de aire con el que llenar sus vacíos pulmones. En ese momento la juguetona lengua de Bushido delineó incitantemente esos carnosos labios que tanto tiempo llevaba deseando probar, pidiendo silenciosamente el permiso para entrar y explorar esa deliciosa cavidad, imaginando antes de tiempo su sabor.
Bill se dejó hacer sumisamente al tiempo que se aferraba al fuerte cuello contrario para evitar caerse, sintiendo un suave cosquilleo en su paladar, haciéndole ahogar un extasiado gemido en la boca contraria.
— Hum…—jadeó Bushido, quien se estaba muriendo del gusto al sentir el frío tacto del piercing del menor contra su ardiente lengua a cara caricia.
El calor que emanaba el tembloroso cuerpo de Bill era realmente asfixiante, cosa que animó aun más a Bushido a continuar con su labor, mordisqueando con deseo el labio inferior del menor hasta probar el metálico sabor de su sangre, lamiendo la pequeña herida dejada por sus dientes, haciendo jadear sonoramente a Bill, quien había perdido por completo la noción del tiempo, dejándose llevar por la excitación del momento, más al sentir como una de las inquietas manos del mayor se colaba por debajo de su ajustada camiseta negra, frotando rudamente sus tetillas bajo su palma, haciéndolas endurecer rápidamente.
Tras un par de minutos de besos y caricias ambos chicos separaron sus bocas con pereza, mirándose intensamente mientras Bill trataba de asimilar lo que Bushido acababa de hacerle.
— Bill…—llamó un extasiado Anis, viendo satisfecho los enrojecidos y ligeramente hinchados labios del pequeño, deseando volver a probarlos nuevamente.
Una sonora bofetada dejó la mano del vocalista impresa en una de las mejillas de Bushido, cruzándole la cara en menos tiempo del que este tardó en parpadear.
— ¡Imbécil! ¿¡Quién te has creído que eres para besarme a la fuerza!? —estalló Bill, limpiándose los labios con el dorso de una de sus manos con una fingida mueca de asco, gimiendo lastimeramente gracias a la dolorosa hinchazón producida por los hambrientos mordiscos del rapero.
— ¿A la fuerza? —Se mofó Bushido, sintiéndose incapaz de soltar una sonora carcajada—. Mírate, Bill… apuesto lo que quieras a que ahora mismo estás mil veces más cachondo que yo…—dijo, totalmente seguro de sus palabras al percibir el intenso brillo que adornaba esas profundas y penetrantes pupilas avellana.
— Más quisieras…—contraatacó Bill, aun siendo consciente del intenso rubor que adornaba sus mejillas gracias a las acciones del más alto.
— ¿Quieres apostar? —Le retó Anis, inclinándose levemente hacia delante, dejando que su cálido aliento impactase directamente contra los labios del pequeño, los cuales entreabrió de forma inconsciente.
Bill le sostuvo arrogantemente la mirada para segundos después atrapar con fuerza la nuca del más alto, atrayéndole nuevamente hacia él, haciendo que sus necesitadas bocas chocasen nuevamente entre sí, provocando que sus dueños ahogasen un ronco gemido en sus resecas gargantas.
Anis no tardó en dirigir una de sus manos a la despierta entrepierna del pequeño, apretándola fuertemente entre sus dedos, haciendo que las piernas de Bill temblasen violentamente gracias a los fuertes espasmos de placer que azotaban su pequeño y delgado cuerpo sin piedad.
Satisfecho por la forma con la que el menor respondía a sus caricias, Bushido masajeó ese hinchado y palpitante bulto por encima de la ropa, teniendo el impulso de arrancar el molesto cierre de su pantalón de un solo tirón. Necesitaba sentir la piel del cantante contra la suya antes de perder el poco rastro de cordura que aun le quedaba.
Bill envolvió la mano que le masturbaba con una de las propias, haciéndole creer al mayor por un momento que intentaría apartarla de su cuerpo. Pero, para satisfacción de Bushido, esa delgada y pálida mano no hizo otra cosa que acariciarle con suavidad, incitándole a continuar con su trabajo.
La temida necesidad de aire no tardó en hacerse nuevamente presente en los pulmones de ambos chicos, obligándoles lentamente a crear distancias, dejando un fino hilillo de saliva uniendo las comisuras de ambos labios, el cual no tardó en ser lamido lascivamente por Bushido, quien aprovechó ese gesto para depositar un suave beso en la ardiente zona, haciendo suspirar largamente al cantante, quien le miraba ensoñadoramente al tiempo que luchaba duramente por regular sus aceleradas pulsaciones.
Ese arrasador beso le había arrebatado por completo el aliento, pero, contradictoriamente, esa había sido la asfixia más placentera que había experimentado en sus 19 años de vida.
Sin mediar palabra alguna el rapero cerró una mano en torno al cuello de su nuevo amante en un gesto posesivo que nunca antes había tenido con nadie, aprovechando que el menor lo estiró en un acto reflejo y dejó totalmente expuesta la sensible zona para repartir ardientes y ansiosos besos por toda su deliciosa longitud, marcando la nívea piel a base de intensos mordisquitos que le arrebataron más de un gemido al pequeño.
— Ah… —ese débil gemido por parte del cantante fue como música para los oídos del rapero, quien en respuesta dirigió sus labios a su mentón, inundándolo de pasionales besos hasta llegar a sus maltratados labios, los cuales ensalivó insistentemente con la punta de su inquieta lengua para segundos después apresarlos suavemente entre sus dientes, succionándolos con cuidado—. Anis…
La manera tan endemoniadamente sensual con la que Bill pronunció su nombre hizo que Bushido sintiese una intensa sacudida, controlando duramente las ganas de empotrar al menor contra la pared y follarle como si no hubiera mañana.
Desgraciadamente, Bushido dudaba que Bill se dejase montar tan fácilmente y menos por él. A pesar de que hasta el momento el pequeño había respondido a sus caricias con la misma pasión e intensidad, Anis sabía muy bien que el rencor que el menor sentía hacia él aun seguía estando presente a pesar de todo.
Aun así estaba dispuesto a llegar todo lo lejos que Bill le permitiera, si no podía aspirar a tenerlo en su cama, al menos podría pasar un buen rato con él. Porque estaba claro que no pensaba forzarle a hacer algo que no quisiera. Bushido sería muchas cosas, pero desde luego no era un violador y aunque realmente lo fuera estaba totalmente seguro de que sería incapaz de hacerle daño al pequeño.
No sabía qué tenía exactamente Bill Kaulitz que le hacía tan especial, sin contar claramente esa belleza tan irreal que poseía, pero, fuera lo que fuera, le desarmaba por completo, haciéndole sentir extrañamente vulnerable.
Decidido a no darle demasiadas vueltas al asunto, el rapero se concentró únicamente en comerse a besos a su pequeño amante, atacando el lóbulo de la oreja que más cerca estaba de sus labios, atrapándolo fuertemente entre sus dientes al tiempo que arrancaba violentamente el cierre de su pantalón e introducía desesperadamente una mano en el interior de sus pequeños boxer’s, atrapando el palpitante miembro contrario entre sus dedos y sacándolo al exterior, haciendo gemir escandalosamente a Bill, quien comenzó a murmurar cosas sin sentido víctima del éxtasis producido por las rudas caricias del mayor.
Satisfecho al ver el resultado de sus acciones, Bushido comenzó a mover su mano con fiereza y rapidez, deslizándola por toda la longitud de la dolorosa erección del cantante, presionando de vez en cuando la punta del sensible glande con la yema de su pulgar, viendo excitado como la zona se humedecía rápidamente con pequeñas gotitas de líquido pre-seminal.
Bill tuvo que hacer un inmenso esfuerzo por no aullar de puro gusto sin importarle quien pudiera escucharle.
Bushido atrapó con firmeza una de sus manos, guiándola hacia su creciente erección con la clara intención de que el pequeño le devolviese el favor.
Bill le miró indeciso sin dejar de gemir y jadear en ningún momento, haciendo sonreír imperceptiblemente a Bushido.
— No vas a disfrutar solo tú, ¿verdad, Bill?—preguntó el rapero, notando satisfecho como el menor comenzaba a bajar tímidamente el cierre de su pantalón, dejando expuesta esa imponente herramienta que escondía entre sus piernas.
Bill comenzó con movimientos suaves y lentos, como si ese pedazo de carne caliente estuviese hecho realmente de cristal. Claro que no era la primera vez que le hacía una paja a alguien, él mismo se había masturbado unas cuantas veces, pero no podía evitar sentir nervios por el temor a cometer algún fallo, a fin de cuentas de tocarse a sí mismo a hacérselo a otra persona había una gran diferencia.
Bushido jadeó al tiempo que aumentaba inconscientemente el ritmo y la rudeza de sus movimientos, obligando al pequeño a hacer lo mismo victima de las intensas y placenteras sacudidas con las que le obsequiaba el rapero.
Un par de fuertes apretones en el sitio justo y ambos chicos se derramaron en la manos contrarias con un fuerte grito de satisfacción, sintiendo fuertes espasmos recorrer su columna vertebral, haciéndoles temblar violentamente a ambos.
Anis esperó pacientemente a que el pequeño se recuperase de su orgasmo para presionar sus hombros con firmeza, haciendo fuerza hacia abajo hasta dejar la cabeza del pequeño entre sus piernas, pegando la punta de su nariz a la de su hinchado y húmedo miembro, el cual para sorpresa del cantante seguía totalmente erecto a pesar de haber liberado ya su esencia.
— Espera… ¿qué demonios crees que haces? —preguntó Bill, tratando de incorporarse con torpeza, siendo retenido por la fuerte presión en sus hombros.
— ¿Tú que crees? —inquirió Bushido, enarqueando una ceja con impaciencia—. Chúpala…—ordenó, directo, reprimiendo una divertida risilla al ver la cara hecha un mapa de Bill.
— La primera vez que me pediste “eso” juré que no te daría ese gusto en la vida…—anunció Bill, sosteniéndole tercamente la mirada al más alto.
— Bueno, tómalo como un pequeño favorcillo personal por haberte salvado de una violación segura…—sugirió Anis, viendo satisfecho como Bill empezaba a dudar.
Si, era verdad, le gustase o no Anis le había hecho un gran favor al quitarle a ese borracho de encima, sin su ayuda estaba seguro de que ese hombre hubiera hecho lo que hubiese querido con él.
Y, con ese pensamiento en mente, el menor de los Kaulitz suspiró con resignación, cerrando sus finos dedos en torno a la base del miembro del rapero al tiempo que le soltaba un pequeño lametón en el glande, haciendo suspirar al mayor.
— ¿Ya has chupado una polla antes? —preguntó Anis al ver como el menor tragaba saliva de forma inconsciente.
— ¿Hace falta que responda? —preguntó el menor, sin saber que hacer con ese inmenso trozo de carne que cada vez parecía erguirse más sin necesidad de ser tocado.
— No… la verdad es que no mucho…—concedió el rapero.
Bill frunció el ceño con molestia, decidido a hacerle tragar a Bushido esas impertinentes palabras.
Con repentina avidez el menor fue engullendo lentamente el sexo del rapero, estrangulándole placenteramente entre los músculos de su garganta. La respiración de Anis volvió a acelerarse al instante gracias esa exquisita sensación de humedad y calidez en su centro de placer.
Una de las manos de Bushido sostuvo fuertemente un puñado de cabellos azabache entre sus dedos, excitando al pequeño, quien comenzó a succionar con fuerza y rapidez, haciendo delirar placenteramente al rapero gracias a su juguetona lengua serpenteando alrededor del glande.
Animado por los roncos gemidos de Anis, el menor dirigió una de sus manos a sus testículos, apretándolos con fuerza hasta hacerles adoptar un color enfermizamente blanco mientras que la mano que aun le quedaba libre la mantenía fuertemente sujeta a la base de ese palpitante pene a su disposición, deslizándose de vez en cuando y dando algún que otro apretón en la punta que hacía ver las estrellas al mayor, enviando intensas descargas a todos los rincones de su enfebrecido cuerpo.
— Ah…—gimió Anis, liberando al pequeño del agarre de su pelo, lo cual Bill aprovechó para alzar la vista y posarla sobre la de su amante, provocándole un fuerte estremecimiento—. Dios, Bill…
El aludido se limitó a felarlo con más fuerza, haciéndole llegar lentamente al límite.
Un fino hilillo de saliva se asomaba por la comisura de los labios del menor, deslizándose por toda la longitud de su sexo hasta detenerse en la base, provocándole al rapero un agradable cosquilleo en el proceso que no hizo más que aumentar un más si cabía su excitación.
Las manos del menor se afianzaron a las caderas del rapero, haciéndolas servir de impulso a cada placentera succión, logrando que Bushido posiera los ojos en blanco por un momento.
Anis gruñó, haciendo que Bill ahogase un gemido en su garganta. Escuchar esa voz tan jodidamente viril le excitaba a niveles increíbles.
Un par de certeros movimientos con su lengua y el pequeño consiguió que el mayor explotase en su boca con un intenso alarido de placer, llenándola por completo con ese amargo líquido que Bill tragó sin pensárselo dos veces, relamiéndose lascivamente para sorpresa de Bushido, quien no imaginó que tras ese chico inocente se escondiese la verdadera perversión personificada.
— ¿qué tal? —preguntó Bill, sonriendo sensualmente al mayor al tiempo que se incorporaba lentamente hasta quedar a su altura.
— Bien… —jadeó Anis, completamente extasiado.
— ¿Bien? —repitió el menor, enarqueando visiblemente una ceja.
— Eso he dicho… —murmuró Anis, respirando agitadamente gracias a que aun sentía los restos del post-orgasmo al tiempo que se acomodaba nuevamente la ropa.
—Yo diría que lo he hecho más que bien…—le corrigió Bill, mirándole con evidente enfado.
— Seh, bueno… para ser la primera vez no has estado nada mal…—concedió el rapero, aliviado al sentir como sus pulsaciones volvían lentamente a su ritmo normal.
— Oh, muy amable…—ironizó Bill, abrochándose el cierre del pantalón y acicalándose levemente, bajo la mirada curiosa de Bushido.
— ¿He herido tu orgullo, pequeña diva? —inquirió el rapero, sonriendo con diversión.
Bill le miró con resentimiento, pero no contestó, simplemente dio media vuelta y se dispuso a abandonar la habitación, siendo deteniendo por los fuertes brazos de Anis enroscados alrededor de su cintura.
— Venga, no te enfades… sabes que solo bromeaba—susurró el rapero, instando al menor a darse la vuelta y mirarle de frente—. Has estado mucho más que bien…—concedió, apoderándose suavemente de los labios del cantante, probando una vez más su adictivo sabor.
Bill le correspondió al instante, apoyando ambas manos en su fibroso pecho, acariciándolo por encima de la tela de la camiseta que lo cubría.
— ¿Lo dices en serio? —preguntó una vez sintió alejarse los cálidos labios de Bushido de su piel, mirándole fijamente a los ojos.
El rapero asintió con un leve cabeceo, curvando una amplia sonrisa que hizo enrojecer instantaneamente al menor.
— La próxima vez que te encuentres en apuros te aseguro que no dudaré en rescatarte, pequeña damisela—anunció Anis, riendo con diversión al saberse presa de la mirada fulminante del menor de los Kaulitz.
— ¿Cómo sabes que habrá una próxima vez? —inquirió Bill, relajando levemente su expresión.
— En realidad no lo sé… pero si la hay, espero que el favor que me debas sea aun mayor…
— Oh, no, olvídalo…—sentenció Bill, entreabriendo rápidamente la puerta de la habitación.
— ¿De verdad crees que pueda olvidar algo como esto? —preguntó Anis, mirando intensamente al pequeño.
— No lo sé, ese es tu problema…
— Al menos dime que volveremos a vernos un día de estos…—la mirada suplicante de Anis hizo que el pequeño adoptase momentáneamente una pose pensativa, haciendo que el mayor albergase una esperanza, por pequeña que fuera, de que su respuesta fuese afirmativa.
— Si quieres saberlo… tendrás que volver a salvarme, Anis…—advirtió, guiñándole al mayor un ojo con coquetería antes de abandonar definitivamente la habitación.
Anis esbozó una sonrisa traviesa sin darse cuenta, siendo imitado por Bill al otro lado de la lisa madera.
Oh, claro que volverían a verse, y más pronto de lo que Anis se imaginaba. Esa no sería la ultima noche que Bill se desvelase, de eso podían estar seguros ambos…
F I N
Espero que gustase, aunque, como dije, no estoy muy acostumbrada a esta pareja e_e
küsses y abrazos!
It was great. I love this ship, I hope you will write more works on this pair. I really like how you canonically present your characters and their behavior: Bill’s mother (judging by his book) believes that the soul of her daughter (unborn a year before the birth of the twins) lives in him, Bill himself believes that he was always there for Tom more like a sister than a brother, etc., he often refers to himself in the feminine gender now.So, according to canon, he is quite comfortable expressing himself in a girly way, and Bushido would definitely treat him like a lady in real life. Moreover, Bill in reality was never against Bushido’s words about a blowjob and they even flirted. There is also a fact from the interview that in his youth Bill was pestered/groped by their guard, so it would be cool if in the second part Bushido saved him like that again