All I want for Christmas, is you

Notas de la historia: FELIZ NAVIDAD!! Aqui os dejo un one short navideño escrito hace años, espero que os guste.

One-Shot TWC de lyra

“All I want for Christmas, is you”

Sin dejar de tararear por lo bajo, Bill Kaulitz envolvía a escondidas los regalos que les había comprado a sus compañeros de grupo. Se encontraban en el autobús, en pleno viaje en mitad de la gira, lejos de casa y de su familia a la que echaba mucho de menos.

Ni siquiera la compañía de Tom le hacía sentirse bien en esas fechas tan señaladas. Se sentía muy solo, y solo una cosa deseaba, que sabía que jamás se iba a hacer realidad…. ¿cómo le iba a querer su propio hermano?

Continuó envolviendo y cantando por lo bajo, mientras que las lágrimas le resbalaban por las mejillas. Se pasó la lengua por los labios, sintiendo en ellos su sabor salado, su sabor amargo…

—¿Bill? ¿Qué haces?—llamó Tom bostezando.

Se pasó las manos por la cara y agradeció que el autobús estuviera a oscuras. Recogió los regalos que esparció sobre la mesa y los trató de esconder en vano.

—¿Qué es todo eso?—preguntó Tom señalando las cintas de colores que alcanzaba a ver desde donde estaba.

—Nada, regresa a la cama—contestó Bill sin mirarle.

—¿Son regalos?—preguntó Tom acercándose.

—¡No seas pesado!—resopló Bill ya enojado.

Se levantó y cargando en sus brazos sus preciados regalos pasó dándole la espalda a Tom , abriendo uno de los armarios y escondiéndolos en el de nuevo.

—Ni se te ocurra tocarlos—le advirtió muy serio.

—No hacía falta que te molestaras, aquí no es como en casa….—comenzó a decir Tom.

—Sé perfectamente que no será como si estuviéramos en casa. Pero me hace ilusión—cortó Bill girándose.

Tom pudo ver como llevaba las mejillas bañadas en lágrimas. Ahí había algo más de lo que aparentaba, no se habría puesto así por haberle pillado envolviendo unos simples regalos.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?—preguntó preocupado.

—No estoy llorando—dijo Bill limpiándose con furia la cara.

—Vamos, sabes que a mi no me puedes engañar… ¿me lo cuentas?—le animó Tom con una sonrisa.

—¡Estás ciego, Tom!—gritó Bill echando a correr escaleras arriba.

Ciego por no ver que estaba sufriendo….ciego por no ver todo el daño que le estaba causando…ciego por no ver cuanto le amaba en silencio…

Se quedó de pie donde está, oyendo a Bill sollozar camino de la cama. Se frotó la frente preocupado, ¿qué podía hacer por su hermano? 

Espera…era Navidad, la época de los deseos….

Se acercó a la ventana del autobús y mirando hacia el cielo formuló un deseo con los ojos cerrados.

“Quiero mi regalo”—suplicó con todas sus fuerzas.

Llegó a su cama y se echó en ella sin dejar de sollozar por lo bajo. Escondió la cara en la almohada y cogiendo la esquina de su cobertor de cubrió hasta la cabeza, evitando que de esa manera sus compañeros y el insensible de su hermano le oyeran sollozar por lo bajo.

Pero eso no dio resultado. Georg y Gustav estaban despiertos y se levantaron nada más verle cubrirse la cabeza. Se miraron y asintiendo a la vez, bajaron al piso inferior en donde estaba el otro hermano mirando por la ventana con los ojos cerrados y una extraña expresión en la cara.

—¿Estás bien, Tom?—preguntó Gustav poniéndole una mano encima.

Dio un salto asustado, mordiéndose los labios para evitar gritar y molestar de nuevo a Bill. 

—Perdona—rió Gustav ignorando su ceño fruncido.

—Casi me da un infarto—resopló Tom llevándose una mano al pecho.

—Que exagerado—intervino Georg uniéndose a las risas.

Trató de pasar entre ellos, no estaba para bromas en ese momento. Pero fue retenido y obligado a sentarse y escuchar lo que sus compañeros le querían contar.

—Hemos visto a Bill, está arriba llorando—dijo Georg sin más.

—No nos hemos peleado, solo llora porque es Navidad….—murmuró Tom restándole importancia.

—Y estamos lejos de casa—aclaró Gustav—Serán las primeras que pasamos lejos de la familia, y debemos hacer algo.

—¿Secuestramos el autobús?—propuso Georg riendo.

—Algo mucho mejor que eso. Vamos a decorarlo—explicó Tom orgulloso de la idea que se le acababa de ocurrir.

—¿Decorarlo? ¿Con qué?—preguntó Georg sin comprender—Estamos en mitad de la nada, no hay tiendas navideñas cerca ni nada parecido.

—Están las gasolineras—dijo Tom sacudiendo la cabeza—Podemos pedir que nos dejen bajar en la siguiente, seguro que algo vemos.

—Lo hacemos por Bill, hay que animarle un poco—le apoyó Gustav.

—¿Sabéis que nos ha comprado unos regalos?—preguntó Tom en voz baja.

—Algo hemos intuido. Nosotros también le hemos cogido algo—explicó Gustav con una sonrisa.

—Pues yo no le he comprado nada—dijo Tom dolido—Y se merece lo mejor…

—Ya verás como encuentras algo en la gasolinera. Recuerda que la intención es lo que cuenta—le animó Georg.

Se levantaron a poner en marcha su plan de inmediato. Gustav le pidió al conductor que parase en la próxima gasolinera y los demás subieron a ponerse ropa de abrigo.

Mientras su amigo rebuscaba en su maleta, Tom se acercó a la cama de Bill. Solo vio un bulto tapado hasta la cabeza. Agudizó el oído y suspiró aliviado al no escucharle sollozar. Se debía haber quedado dormido.

Se inclinó más y levantó una esquina del cobertor, descubriendo su cara dormida. Vio la triste expresión que llevaba y se maldijo por ella. Acercó una mano y le rozó la mejilla con suavidad, viendo como suspiraba y sonreía en sueños a su contacto.

Sintió que Georg se movía y le tapó de nuevo. Se alejó y cogió su sudadera que se puso de camino al piso inferior. Le llevaban la cazadora a Gustav y salieron del autobús. 

Tenían solo 15 minutos mientras repostaban y el equipo estiraba las piernas en esa improvisada parada. Corrieron en la fría noche hasta la tienda que permanecía las 24 horas abierta.

Entraron y la recorrieron de arriba abajo comprando la decoración que buscaban, pero él no encontraba nada apropiado para Bill. Por más que miraba, solo había dulces y chucherías. Pero nada que le hiciera ver lo mucho que le quería.

Al final se fue con las manos vacías. Ayudó a llevar las cosas al autobús, que se puso de marcha de nuevo con ellos una vez dentro. 

Se dieron prisa en adornarlo. Colgaron las guirnaldas por encima de los asientos, las bolas de colores la colgaron con un filo hilo del techo y a pesar de no haber ninguna chica en el autobús y ante las risas de sus compañeros, Georg colgó un poco de musgo encima del marco de la puerta del baño como si fuera muérdago.

—Si crees que te voy a dar un beso, vas listo—le dijo Gustav a su amigo al coincidir los dos bajo la puerta.

—Espera a que no mire Tom si te da vergüenza—picó Georg con aleteo de pestañas.

—Si os ponéis así, me tiro del autobús ahora mismo—siguió con la broma Tom.

Rompieron a reír y comenzaron una guerra de empujones, interrumpida cuando un somnoliento cantante bajó por las escaleras frotándose los ojos con una mano.

—¿A qué viene tanto alboroto?—preguntó bostezando.

Los tres se giraron y como si lo tuvieran planeado se le echaron encima. Le abrazaron ignorando sus protestas sin dejar de gritar bien alto.

—¡¡¡FELIZ NAVIDAD, BILL!!!

El cantante se quedó sorprendido. Por ese abrazo inesperado, por que le habían felicitado…porque sintió la caricia de Tom cuando estaba soñando…

—¿Qué le ha pasado al autobús?—preguntó cuando le soltaron.

—Todo ha sido idea de Tom —explicó Gustav.

—Queríamos que te sintieras como en casa—dijo Georg guiñándole un ojo.

Bill paseó los ojos por el autobús sin creérselo. Habían hecho todo eso solo por él, y había sido Tom quien lo había pensado.

—Bien, es la hora de los regalos—dijo Gustav riendo.

Los demás le imitaron y Georg echó a correr escaleras arriba tras él a por los regalos que habían comprado. Dejaron a solas a los hermanos, que se miraron sin saber que decir.

—Yo….vaya, Bill….que no te he comprado nada. Ni a los demás, no se me ha ocurrido—se disculpó Tom con torpeza.

—Has hecho todo esto—dijo Bill señalando el engalanado autobús con una mano.

—Ha sido idea de todos, para animarte un poco—murmuró Tom quitándole importancia.

Pero para Bill si que era importante. Demostraba que estaba al tanto de su estado, y si le veía triste y abatido hacía todo lo posible hasta ver en sus labios una sonrisa, como la que en esos momentos lucía sin poder quitarle los ojos de encima.

—¡Los regalos!—gritaron sus compañeros llegando con ellos en brazos.

El cantante rió al verlos y corrió a por los suyos. Abrió un armario y se sentó con ellos en una de las mesas. Procedieron al intercambio de regalos. Tom los observaba cortado. Recibió los regalos de sus compañeros y él solo les pudo mostrar sus manos vacías.

—No importa, de verdad—dijeron Georg y Gustav.

—Os compensaré—les prometió con firmeza.

Todos observaron al cantante abrir los suyos, como la sonrisa que iluminaba su cara se iba haciendo más grande con cada regalo que abría. Por parte de Georg recibió una camiseta negra con un estampado en azul brillante. Gustav le regaló un cd de Nena, su cantante favorita. De Tom …solo recibió una nueva disculpa por haberse olvidado.

—De verdad Tom, que no pasa nada—insistió Bill de nuevo.

Se quedó mirando como sus amigos abren sus regalos. Con Georg había coincidido, también le regalaba una camiseta. Al batería unos guantes de cuero para sus dañadas manos, así los podía usar en los conciertos para resguardarlas.

Observó a Tom conteniendo el aliento. Sabía que buscaba esa gorra desde hacía semanas, y le había costado bien cara. Pero nada era demasiado para su hermano, solo ver como se le iluminaba la cara al ver el regalo le hacía sentirse muy bien consigo mismo.

—Caray Bill, la has encontrado—susurró Tom observando su regalo.

Lo giró en sus manos, estudiando cada detalle, mirando de reojo a su emocionado hermano.

—No puedo aceptarla—dijo de repente devolviéndosela.

—¿Cómo?—preguntó Bill sin entender.

—Te habrá costado mucho, y yo no tengo nada para ti. No puedo aceptarla—repitió Tom con firmeza.

—Te he dicho que no tienes que regalarme nada. Y a mi me apetece que la tengas. No pienso descambiarla, así que tú verás que haces con ella—dijo Bill dejando la gorra sobre la mesa. 

Se levantó y entró en el baño dando un portazo. Los demás se quedaron mirando a su amigo sin saber que hacer o decir. Se levantaron a la vez y huyeron escaleras arriba llevándose sus regalos. Sabía que Tom iría a pedir disculpas a Bill. No entendían su comportamiento, solo que deseaba estar a solas en esos momentos.

Tras la marcha de sus amigos, Tom se levantó con pesadez y se dirigió al baño. Escuchó a través de la puerta los sollozos de Bill.

“Bonito regalo. Siempre hago llorar a mi hermano”—se riñó a sí mismo.

Cogió aire y levantando una mano llamó con suavidad a la puerta.

—¡Vete!—gritó Bill entre sollozos.

—Abre, por favor, déjame explicar—suplicó Tom desesperado.

—No hay nada que explicar—dijo Bill abriendo la puerta—No quieres mi regalo, ni nada que venga de mí.

—¿Cómo?—preguntó Tom extrañado.

—No sé para que me he molestado. Me he tirado casi un mes buscando por Internet donde vendían la maldita gorra, la encargué para que me la mandasen al hotel la otra semana y tú ahora me vienes con que no la quieres…

Tras ese largo discurso, Tom vio como Bill se le quedaba mirando mientras trataba de recuperar el aliento con la cara bañada de lágrimas.

—Te agradezco que te hayas tomado tantas molestias…

—Para mi no es ninguna molestia pensar en la felicidad de mi hermano—cortó Bill jadeando.

—Será mejor que me calle, haga lo que haga, o diga lo que diga solo te hará más daño—dijo Tom dándose por vencido.

—Solo quiero que me cuentes porque no puedes aceptar mi regalo—pidió Bill en voz baja.

—Por que no hace falta que me regales nada. Somos hermanos, entre nosotros no es necesario—le intentó explicar Tom—Siempre nos estamos regalando cosas sin más, no hace falta esperar a una fecha señalada para hacerlo.

—Para mi la Navidad es especial. Me gusta regalar a la gente que más quiero, y tú estás entre ellas, aunque seas un cabezota—dijo Bill logrando sonreír de nuevo.

Tom aceptó la sonrisa de Bill como un gran avance y se apresuró a abrazarle.

—Que estés a mi lado en Navidad, es mi mejor regalo—susurró a su oído.

—¿De verdad?—preguntó Bill muy emocionado.

—Claro, ya lo dice el villancico: “All I want for Christmas, is you”—le cantó desafinando a posta  al oído.

Pero no obtuvo el resultado que buscaba. Pensaba que Bill se reiría al escucharle cantar tan mal, no que se pondría a maldecir y forcejear.

—Eres un maldito imbécil—dijo Bill tratando de soltarse del abrazo de su hermano—Todo te lo tomas a risa, y te importa una mierda mis sentimientos…. 

Forcejeó con Tom, que en vez de soltarle le cogió con más fuerza en sus brazos, impidiendo que subiera sus manos por si le arañaba en un arrebato.

—Bill, espera….no me quería reír de ti…—le trató de explicar.

Pero Bill no estaba dispuesto a escuchar. Desvió la mirada y cansado dejó de forcejear, esperando a que le soltara cuando le diera la gana.

—Lo dije muy en serio, eres el mejor regalo que podía desear—confesó Tom en voz baja.

Consiguió que le mirase. Su cara reflejaba que estaba asombrado por sus palabras…. ¿o tal vez asustado?

Suspiró frustrado. ¿Cómo hacerle comprender que lo era todo para él? ¿Cómo hacerle ver a Bill que era lo mejor que le podría haber pasado?

Levantó la cabeza pidiendo ayuda al cielo, cuando sus ojos tropezaron con el musgo allí colgado. Una loca idea cruzó por su cabeza y cogió aire antes de llevarla a cabo.

—Bill—llamó en un susurro.

—¿Ya me vas a soltar?—preguntó Bill sin mirarle.

—Bill, mira arriba—insistió sin soltarle.

—No quiero, solo suéltame para que pueda seguir disfrutando de mi triste Navidad—pidió Bill a punto de llorar.

Pero Tom no se dio por vencido. Dio un paso atrás, subió una mano y cogiéndole por la barbilla le hizo mirar hacia arriba.

—Es muérdago—dijo con una pícara sonrisa.

—Es musgo—replicó Bill muy serio.

—Tenemos que besarnos—siguió diciendo Tom ignorándole.

—¿Estás loco?—preguntó Bill al fin mirándole.

—Es la tradición….si quieres….—susurró Tom conteniendo el aliento.

Se le quedó mirando sin saber que decir. No sabía si había escuchado bien o era otra de sus bromas …

—Recuerda que te debo un regalo—insistió Tom en voz baja.

Asintió ligeramente con la cabeza y separó los labios al mismo tiempo, para felicidad de Tom, quien le estrechó más en sus brazos y se apoderó de ellos con mucho cuidado.

Comenzó a besarle con suavidad, un simple roce de labios. Pero a los pocos segundos sintió como le acariciaba el labio inferior con la lengua, lo que le hizo entre abrirlos más y dejarle paso al mismo tiempo que levantaba las manos y le rodeaba el cuello.

Tom suspiró al verse aceptado. Poco a poco comenzó a entrar en su boca, frotando su lengua contra la suya. 

Comenzaron a gemir cada vez más alto, recorriendo con las manos el cuerpo de su contrario, acercándolo más para que ese beso no se terminase jamás….

Pero todo lo bueno tenía su fin, y lentamente ese beso se terminó para tristeza de los dos hermanos. Sus labios se separaron y ellos se quedaron mirando.

Sin decir nada, se cogieron de la mano y caminaron por el autobús. Al pasar por la mesa en donde aún seguía el regalo de Tom, Bill lo cogió y con cuidado de no despeinarle le quitó la gorra que llevaba puesta y se la cambió por la nueva.

—Bill…—comenzó a decir Tom negando con la cabeza.

—“All I want for Christmas, is you”—le cantó al oído como ya hiciera él.

Tom le miró y no pudo evitar romper a reír. Le atrajo con la mano y le besó de nuevo en esos labios que no dejan de sonreír en ningún momento.

Por fin lo había conseguido, hacer sonreír a su hermano, haberle besado….haber conseguido su regalo…

FIN

Notas finales: Muérdago: planta de hojas verdes que se cuelga en Navidades encima de las puertas. Según la tradición, si dos personas coinciden bajo él, se deben besar.

Lee la continuación de esta historia «Aquí«.

Escritora del fandom

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