El último viaje

One-Shot TWC/TOLL de lyra

«El último viaje»

Apoyado en la ventana, un chico de largos cabellos negro veía llover desde ella y suspiraba con los ojos cerrados, poniendo la frente en el cristal mientras sentía cómo ese dolor de cabeza que sentía crecer por momentos se aliviaba con la frialdad del cristal.

Su cerebro no paraba de darle vueltas al mismo tema. ¿A quién amaba? ¿A la persona que tenía a su lado? ¿O al reflejo que le mostraba la ventana?

Abrió los ojos de golpe y se fija en ella. Veía como su hermano le observaba sentado en el sofá mientras se retorcía nervioso las manos. Fijaba sus ojos en los de su reflejo, como si se hablaran así entre ellos.

¿Sentimos lo mismo? ¿Nuestro amor es correspondido?

—Bill, no me has contestado—dijo David parado a su lado.

Pestañeó con fuerza y giró la cabeza. Observó al productor, quien le miraba con una súplica en los ojos.

Elígeme a mi, por favor”—parecía querer decir.

—Lo siento, no puedo—logró susurrar.

—¿Por qué no?—insistió David.

—David, por favor. Ninguno de los dos sería feliz—contestó Bill con un hilo de voz.

—A tu lado yo sería el hombre más feliz del mundo—dijo David cogiéndole una mano.

Pero el cantante se soltó y se giró mirando a Tom con el miedo asomado a los ojos, no quería que viera ese gesto y lo malinterpretase. Pero suspiró aliviado al ver que estaba hablando con el batería del grupo y no se había enterado.

—Bill—llamó David de nuevo rozándole un brazo.

—Por favor, no insistas más. Trata de olvidar lo que una vez sentiste por mí—suplicó Bill sin mirarle.

—Nunca podré olvidarte—susurró David con tristeza.

Se alejó de su lado, cogiendo el portátil que abandonó sobre la silla cuando vio como el cantante se acercaba a la ventana con paso cansino.

Desde que le confesara su amor por él, no había encontrado un momento para hablar a solas. Siempre era en voz baja, con miedo a ser escuchados por sus compañeros, y más por el hermano, quien parecía que vigilara atento cada uno de sus movimientos.

—No deja de llover—anunció Georg acercándose a la ventana también.

—Alguna vez tendrá que parar—dijo el cantante logrando sonreír con esfuerzo.

—Las fuerzas de la naturaleza son imposibles de pararlas—dijo David sin levantar la vista del portátil—Es como el amor, una vez que lo sientes, es imposible deshacerte de él con un simple gesto de la mano.

Todos se giraron mirándole sin comprenderle, todos menos una persona que se mordía los labios con dolor. Sabía que esas dolorosas palabras iban dirigidas a él, y entendía perfectamente su significado.

Sin poder evitarlo, sus ojos se dirigieron a Tom quien como si lo hubiera presentido le miraba de igual manera.

¿Era amor eso que flotaba en el aire entre ellos dos?

—Bueno, mejor nos vamos—dijo David apagando el portátil—Está claro que no va a dejar de llover y no podemos pasarnos toda la noche aquí.

Se levantó decidido y los demás le imitaron. Se pusieron sus abrigos y cazadoras, cogiendo sus bolsas de mano que cargaron sobre sus hombros y espaldas.

—Abrígate bien la garganta —dijo Tom acercándose a Bill, aprovechando que sus amigos le daban la espalda.

El cantante alzó la cabeza y le sonrió de inmediato. Siempre atento a sus actos, preocupado de que no cogiera frío…. ¿y de que su amor fuera correspondido?

Abrió su bolsa de mano y rebuscó entre sus pertenencias, dando al fin con un pañuelo oscuro de seda que Tom le arrebató y él mismo le anudó alrededor de su cuello, protegiendo así su delicada garganta.

—Gracias—susurró Bill con una amplia sonrisa cuando termina.

—Para lo que quieras…—dijo Tom de igual manera.

Se quedaron mirando en silencio, jadeando cuando la mano del guitarrista recorrió la suave piel del cuello del cantante, llegando a su barbilla y subiendo hasta sus labios que temblorosos se separaron jadeando.

—¿Nos vamos?—les interrumpió la voz del productor.

Se separaron al instante y se miraron avergonzados. Si no les llegaran a interrumpir, no se querían imaginar lo que hubiera pasado a continuación. Un beso, tal vez, entre dos hermanos…que lo estaban deseando…y delante de una persona que no podía dejar de amar a uno de ellos, a pesar de saber que jamás sería correspondido y sufría por ello…

Terminaron de coger sus cosas y salieron del backstage en donde esperaban en vano a que dejara de llover. En esos momentos lo hacía con más fuerza que antes, y nada más abrir la puerta del parking sintieron la lluvia fría mojar sus rostros.

—Tal vez deberíamos esperar a que amaine—comentó Gustav en voz alta para hacerse escuchar.

—Ya se nos ha hecho tarde, nos vamos ahora—dijo David tajante.

Quería alejarse de los hermanos cuanto antes. Había sido testigo de esa muestra de cariño, y se había puesto celoso. Aunque no entendía bien el motivo, eran hermanos, no amantes…aunque esa manera de recorrerle la piel a Bill hasta llegar a sus labios…

Corrieron por el parking bajo la lluvia, llegando al autobús que ya les esperaba con el motor en marcha. Subieron a el corriendo, suspirando aliviados una vez dentro.

Mientras se ponían de camino, dejaron sus bolsas de viaje y cogieron del baño unas toallas con las que secarse. Sentado en una de los sillones, el guitarrista se quitó la gorra y deshizo la coleta que siempre llevaba, sin dejar de observar como Bill inclinaba la cabeza y se secaba el pelo frotándolo con vigor.

—Nos hemos calado hasta los huesos—rio Georg secándose también el pelo.

—Y eso que solo han sido unos minutos—dijo Gustav asintiendo.

Continuaron secándose y decidieron ponerse cómodos ante el largo viaje que se les presentaba. Subieron al piso superior que utilizan de dormitorio y se cambiaron juntos de ropa.

Sentado en la litera que hacía de su cama, ahora era el turno del cantante de observar a su hermano. De espaldas delante de él, le vio alzar los brazos y sacarse las dos camisetas que siempre llevaba, dejando a la vista su desnuda y ancha espalda.

No podía apartar de ella la vista, viendo como sus músculos se marcaban a cada movimiento que hacía, tratando de imaginar lo que sería poder descansar sobre ella hasta caer dormido.

Le vio inclinarse y bajarse los pantalones hasta quedarse en oscuros boxers. No pudo evitarlo y se le escapó un gemido de sus temblorosos labios.

—¿Pasa algo?—preguntó Tom girándose.

Sintió que se pone colorado. Inclinó la cabeza y negó con ella mientras se descalzaba con manos temblorosas. Desató los nudos de sus palmeras y se las quita bajo la atenta mirada de Tom.

—Si no te pones nada, terminarás cogiéndote algo—murmuró Bill incómodo sin atreverse a mirarle.

Le escuchó soltar una carcajada y alzó la cabeza para ver como se daba la vuelta de nuevo y le daba la intimidad necesaria para cambiarse, lo que hizo lo más rápido que pudo.

Una vez con ropas secas, bajaron de nuevo al piso inferior donde prepararon una cena ligera mientras escuchaban el parte meteorológico. Anunciaban más lluvias para el resto de la semana, siendo muy fuertes las de esa noche.

—Tal vez deberíamos parar en algún hotel—apuntó Gustav al escucharlo.

—Depende, si vemos que la cosa se pone mala entonces lo haremos—dijo David.

—¿Peor de lo que ya está?—preguntó Georg señalando la ventana.

Una cortina de agua les impedía ver el paisaje, y el cielo era iluminado por truenos y relámpagos que caían constantes.

Pero David siguió en sus treces y el viaje continuó. Tras la ligera cena de la que nadie apenas probó bocado, trataron de distraerse cada uno a su manera.

Viendo que su pelo ya estaba seco, Bill se levantó y entrando en el baño conectó su plancha y comienza a alisárselo tarareando por lo bajo. Estaba tan concentrado en su trabajo, que no reparó en la persona que se reflejaba tras él en el espejo.

—¡Tom! Me asustaste—rio poniéndose colorado de nuevo.

Se giró y se le quedó mirando, pero Tom era incapaz de moverse y hablarle.

—¿Necesitas usar el baño?—preguntó Bill creyendo que estaba ahí por eso.

—N-no—contestó Tom tartamudeando.

—¿Entonces?—insistió Bill en voz baja.

Pero Tom seguía sin contestarle. Solo entró más en el reducido habitáculo, haciéndole retroceder. Levantó los dedos y cogió un mechón de su liso pelo entre ellos, que retorció con suavidad gimiendo por lo bajo.

—Me gustas más con él liso—confesó Tom sin poder contenerse.

El cantante no sabía que contestarle. Solo soltó el aliento que contuvo cuando se le acercó tanto y le cogió el pelo. No podía dejar de pensar que estaban muy cerca el uno del otro, que sus alientos se estaban rozando y solo unos centímetros separaban sus labios.

—Chicos, necesito usar el baño—les apremió Georg con urgencia.

Se separaron de golpe y rieron nerviosos ante las palabras de su compañero. Tom salió primero mientras dejaba que Bill recogiera su plancha del pelo.

—Todo tuyo—dijo Bill saliendo también del baño.

Se hizo a un lado para no ser atropellado y rio sin poder evitarlo cuando la puerta se cerró de golpe.

—Mejor estar lejos para cuando acabe—bromeó Tom guiñándole un ojo.

Bill asintió de acuerdo con él y subió al piso superior. Se tumbó de espaldas en su litera con los ojos abiertos. ¿Qué había pasado abajo? Sus labios habían estado a punto de rozarse…

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—¿Me estás escuchando?—insistió Gustav al ausente guitarrista.

—No—gruñó Tom sin apartar la mirada de la ventana.

—Estás como ido, ¿en qué piensas?—preguntó Gustav con curiosidad.

—En nada—contestó Tom suspirando.

—¿Nada? Cualquiera diría que estás enamorado—rio Gustav dándole un codazo.

Tom rio con él nervioso. ¡Enamorado! ¿De su propio hermano?

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Escuchó las carcajadas de sus compañeros desde su cama y no pudo evitar sonríe son ellos. Cerró los ojos tratando de imaginar cual sería la broma, tal vez relacionada con Georg para no variar. No sabía que harían sin él, siempre conseguía hacerles reír cuando estaban cansados y estrados, lo que les subía los ánimos y les daban más fuerzas para seguir con su trabajo.

Suspiró y se dio la vuelta en la cama, con los ojos aún cerrados….hasta que sintió que alguien le retiraba el pelo de la cara y los abrió asustado.

—D-David—tartamudeó incorporándose.

—¿Quién pensabas que era? ¿Tu propio hermano?—acusó David sentándose a su lado.

—No sé de que me hablas—dijo Bill tratando de levantarse.

Pero el productor le cogió por la cintura y se lo impidió, tumbándose encima suyo.

—¿Crees que no os he visto? Esas miradas, esas caricias, la manera en la que te llegó a rozar los labios—susurró David bien cerca.

Levantó una mano y la pasó por el cuello del cantante, llegando hasta sus labios que rozó sin ningún tipo de cuidado, arrancándole un doloroso gemido.

—Por favor, no sigas—suplicó Bill en voz baja asustado.

—Los dos seríamos muy felices juntos, no debes estar de esa manera con tu hermano. No está bien visto—siguió diciendo David sin hacerle caso.

Comenzó a meter la mano que sujetaba su cintura por el borde de su camiseta, llegando a rozar su vientre que agitadamente se movía, viendo como los ojos se le llenaban de miedo…

—Yo… ¿qué estoy haciendo?—susurró David parpadeando como si despertara de un sueño.

Se levantó con rapidez de encima de él y se sentó en la cama cubriéndose con ambas manos la cara, momento que aprovechó el cantante para levantarse también.

—Bill, lo siento mucho—se disculpó David entre sollozos—No se que me ha dado.

—No pasa nada, olvidémoslo—dijo Bill dando un paso lejos de él.

Se le quedó mirando con la respiración agitada, pensando que habría pasado si no hubiera recuperado la cordura y detenido a tiempo.

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—No entréis—bromeó Georg saliendo del baño.

Tom y Gustav se miraron y rompieron a reír mientras se tapaban la nariz con una mano.

—Exagerados—rio Georg pasando por su lado.

El autobús dio un volantazo y fue arrojado encima del guitarrista, quien levantó los brazos evitando que se golpeara.

—Mejor nos ponemos los cinturones de seguridad—advirtió Gustav abrochando el suyo—El viaje va a ser algo movidito.

—¿Y los demás?—preguntó Georg mirando por el autobús.

—Bill está descansando, y creo que David subió a hablar con él—explicó Tom abrochándose su cinturón.

Pero a Georg no le dio tiempo a sentarse y abrocharse el suyo. El autobús dio otro volantazo y fue arrojado al otro lado, donde Tom no estaba para evitar que el golpe fuera mayor.

Sus compañeros vieron con horror como su cabeza impactó con la ventanilla y caía inconsciente al suelo, en donde se quedó quieto sin moverse.

—¡Georg!—gritaron los dos a la vez.

Trataron de levantarse, maldiciendo por lo bajo por haberse puesto los cinturones. Mientras peleaban por soltarse el autobús derrapó sobre el mojado asfalto inclinándose con peligro sobre su costado, hasta que cayó y avanzó sobre la carretera que se había convertido en una pista de patinaje.

Pronto se escucharon los ruidos de los cristales haciéndose añicos, el aire se llenó del olor a goma quemada de los neumáticos y los gritos de los chicos que no sabían a donde agarrarse.

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—¡Bill!—llamó el productor al ver caer al cantante.

Pero no pudo ayudarle, él mismo fue lanzado sobre la cama en la que continuaba y que amortiguó el golpe.

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El autobús siguió derrapando hasta que de repente se paró y todo quedó en silencio, roto solo por algún que otro lamento.

—Georg—murmuró Gustav tratando de incorporarse—Debemos ayudarle.

Tom escuchó la voz de su amigo y quería contestarle, pero se encontraba muy confuso por el golpe que había recibido. Se llevó la mano a su sien derecha y gimió por lo bajo, pensando con miedo en el destino de su hermano.

Gustav consiguió liberarse del cinturón que le oprimía el cuerpo y se levantó, echando un vistazo al panorama. Todo estaba revuelto y caído sobre el lado del autobús que ahora hacía de suelo.

Vio al guitarrista aún atado a su asiento, quien le miró y levantó el pulgar para indicarle que estaba bien mientras se masajeaba un lado de la cabeza. Entonces corrió hacia donde vio caer a su otro compañero, poniéndose de rodillas en el suelo y descubriendo su cuerpo de todo lo que le había caído encima.

Vio con horror que seguía sin moverse. Cogió con cuidado su cabeza y se la puso en su regazo, viendo que tenía un corte muy profundo sobe la ceja izquierda. Puso dos dedos en su cuello y suspiró aliviado cuando le sintió el pulso, lento pero firme.

—Está vivo—le informó a su amigo.

—¿Y mi hermano?—preguntó Tom muy asustado.

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—¿Bill?—llamó David tosiendo.

Se incorporó despacio de la cama de la que cayó y se pasó una mano por la cara. Tenía algo de sangre que le resbalaba de un corte superficial que se había hecho en la frente. Por lo demás no tenía herida alguna de importancia.

Parpadeó tratando de enfocar la vista en la oscuridad que reinaba en esa parte del autobús. No lograba dar con el cantante, ni escuchaba su voz, temiéndose ya lo peor.

—¡BILL!—gritó desesperado.

Un gemido le hizo suspirar aliviado. Corrió hacia donde lo había escuchado y tras apartar unas maletas y un par de guitarras le localizó tumbado boca abajo. Se arrodilla a su lado y le tocó en el brazo.

—¿Estás bien? ¿Te puedes mover?—preguntó asustado.

—Creo…que sí—logró contestar Bill entre jadeos.

Se apoyó con las palmas de las manos en el suelo y se levantó con esfuerzo, mordiéndose los labios al sentir una punzada en un costado.

—Ve a ver a los demás, yo estoy bien—susurró sin mirar a David.

—¿Seguro?—insistió David sin moverse.

—Si, corre—le apremió con voz débil.

Esperó a que se hubiera ido, solo entonces dejó escapar un profundo gemido. Se levantó la camiseta con manos temblorosas y vio con horror una herida profunda de la que manaba mucha sangre.

Aguantando el aliento se puso de pie con cuidado, buscando entre el revuelto suelo algo con lo que tapar la herida y detener la hemorragia. Sus ojos localizan su bolsa de viaje y la cogió por la cinta, tirando de ella.

La abrió con manos temblorosas y sacó el mismo pañuelo que Tom anudó a su cuello hacía ya casi una hora.

El pensar en él le hizo romper a llorar. ¿Y si le había pasado algo grave? Debía ir a ver que tal estaba, no quedarse a lamentarse por su herida.

Cogió el pañuelo y lo fuertemente sobre su estómago con las pocas fuerzas que le quedaban. Comenzó a sollozar más fuerte y un golpe de tos le hizo detenerse. Se llevó la mano a la boca y la retiró viendo horrorizado sangre en ella. Debía de tener alguna hemorragia interna….

Dejó a un lado sus miedos y se subió la cremallera de la cazadora para que no se le viera como la sangre iba empapando poco a poco su camiseta. Comenzó a andar con cuidado, bajando por las escaleras como pudo y corrió a ver el estado de sus compañeros y hermano.

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—¿Estáis todos bien?—gritó David una vez que llegó al piso inferior.

Corrió hacia donde está arrodillado Gustav, quien sostenía en su regazo la cabeza de su malherido amigo, quien parecía que ya se iba despertando.

—Tiene un fuerte golpe en la frente, Tom está bien, ¿qué tal tú y Bill?—preguntó Gustav muy nervioso al no ver al cantante a su lado.

—Estamos bien, Bill me pidió que bajara a ver como estabais vosotros—explicó David arrodillado a su lado.

—¿Qué…ha pasado?—logró preguntar Georg.

—El autobús tuvo un accidente, pero estamos vivos—contestó Gustav sonriendo con alivio.

—¿Y mi hermano?—preguntó Tom desde donde aún continuaba atado.

—Está bien, tranquilo—dijo David corriendo a su lado.

Trató de soltarle, pero era imposible. La hebilla del cinturón de seguridad se había roto y le mantenía fuertemente anclado. Buscó con la mirada algo para cortarlo, pero entre tanto revoltijo era imposible encontrar nada.

—Tenemos que salir de aquí—dijo Gustav cargando con el aturdido Georg.

—Tom no puede moverse—explicó David.

—Yo me quedo con él.

Todos se volvieron para ver quien les había hablado, suspirando aliviados al ver al cantante, quien se apoyaba en la pared del autobús para no caer.

—Bill, ¿estás bien?—preguntó Gustav sonriendo—Nos tenías preocupado.

—Estoy bien—afirmó Bill muy serio.

—Salid los tres, yo me quedo con Tom—ordenó David.

—No, es mi hermano. Me quedo yo—insistió Bill caminando hacia él.

Sabían que estaba decidido, y nada de lo que dijeran le haría cambiar de opinión. David le cedió su sitio y echó una mano a Gustav con el compañero caído.

—Llamaremos a una ambulancia y también vendrán los bomberos. Pronto estaremos en casa—les animó David.

Lograron abrir la puerta del autobús y salieron a la noche. Respiraron hondo, aliviados de ver que al menos la lluvia ha cesado. Se alejaron del autobús todo lo que pudieron y sentaron en el suelo al herido compañero mientras pedían ayuda por teléfono.

—No hacía falta que te quedaras conmigo—riñó Tom a su hermano—¿Seguro que no estás herido?

—¿Y tú?—respondió Bill eludiendo su pregunta.

—Solo tengo un golpe en la cabeza, me va a salir un buen chichón—explicó Tom señalando con el dedo el lugar exacto.

Se puso tenso al sentir como Bill se inclinaba sobre su cuerpo y le besaba donde le ha señalado.

—¿Te duele algo más?—preguntó sin saber porque lo había hecho.

—No, de momento—contestó Tom sin aliento.

Vio como Bill se tumbaba a su lado y trató de moverse para dejarle sitio, pero estaba bien atado y las piernas casi no podía moverlas. Estaban atrapadas bajo uno de los asientos, pero respiró aliviado porque no sentía herida alguna en ellas.

Sonrió al ver como Bill se acurrucaba contra él, apoyando la espalda contra su pecho. Le abrazó y atrajo más, sintiendo como su cuerpo comenzaba a temblar.

—Hey….ya pasó—le consoló Tom besándole el pelo.

—Hemos podido morir—rompió a llorar Bill sin poder controlarse.

—Lo sé…lo sé…—susurró Tom contra su pelo.

Sintió que se quería volver y le ayudó como pudo, quedándose los dos mirando de frente conteniendo el aliento. Estaban muy juntos de nuevo, y esa vez nadie les iba a interrumpir.

Había una cosa muy importante que se tenían que decir, y ese era un buen momento.

—No quisiera dejar este mundo sin decirte….—comenzó a decir el cantante.

—Yo también tengo algo que decirte y que no puede esperar—cortó Tom sin poderse contener.

Se miraron fijamente a los ojos en silencio, asintiendo con la cabeza. Lo dirían los dos a la vez…

—Te amo—susurraron en voz baja.

Sonrieron tras decir esas palabras que tanto miedo les daba. Se acercan cada vez más, sus cuerpos se amoldan hasta formar uno solo.

Estiró una mano y atrajo al cantante por la nuca. Esa vez solo unos milímetros separaban sus labios, sintió como el aliento de Bill entra en su cuerpo y calentaba por dentro.

Por fin iban a darse su primer beso. Contuvo el aliento y le atrajo más hasta que sus labios se rozaron por unos segundos, hasta que la cabeza de Bill cayó hacia un lado como si no tuviera vida propia…

—¿Bill?—llamó con miedo.

Pero el cantante no abrió los ojos. Agitó con suavidad su cuerpo en un vano intento de despertarle, pero era ya muy tarde. Bajó sus manos y como si supiera lo que estaba pasando le desabrocha la cazadora y vio con horror como la camiseta que llevaba estaba teñida de una sangre muy roja.

Se la levantó con suavidad, viendo como el pañuelo que él mismo le anudó al cuello estaba ensangrentado, taponando en vano una herida que tenía a un costado.

Quería gritar, pero sus resecos labios se negaron a obedecerle. Escuchó en la lejanía como la sirena de una ambulancia cortaba el aire de la noche.

—Bill, escucha, la ayuda ya está en camino—sollozó abrazándole con más fuerza—Resiste, tienes que ser fuerte….tienes que amarme de la misma manera que yo te amo…

&

De pie ante la tumba, Tom no podía creer que todo hubiera terminado de esa trágica manera. Se arrodilló y puso sobre la lápida de gris mármol un ramo compuesto por dos rosas blancas, las preferidas de Bill.

—Gracias por el viaje, Robert—murmuró.

Leyó una y otra vez el nombre inscrito en la lápida, agradeciendo al cielo que no fuera el suyo o el de su hermano, o el de alguno de sus compañeros. De todos los heridos, el conductor se llevó la peor parte. Murió en el acto, mientras que él veía horrorizado como se desangraba Bill sin poder hacer nada para evitarlo.

Cerró los ojos y lo recordaba todo perfectamente como si hubiera ocurrido el día anterior, a pesar de haber pasado ya una semana.

La ambulancia llegó veloz. Se llevaron a Bill de su lado, mientras lloraba porque no se había despedido aún de él, todavía no había podido besar esos labios que cesaron de moverse.

Esperó impaciente mientras los bomberos le rescataban y era subido a otra ambulancia que le llevó al hospital en menos de un cuarto de hora. Pero aún no le dejaron ver a su hermano, ni recibía noticias suyas. Solo que le estaban operando de urgencia…

Le subieron a una habitación, en donde recibió la visita de Gustav. Le dijo que su otro compañero estaba en observación, pero que no tenía nada grave. Se quedó a hacerle compañía hasta que una enfermera le avisó de que había terminado la operación de Bill.

Insistió tanto en ir a verle que solo accedieron cuando rompió a llorar como un niño pequeño. Sentado en una silla de ruedas, entró en la UVI donde Bill dormía aún bajo los efectos de la anestesia.

Se acercó todo lo que pudo, cogiendo una de sus manos entre las suyas, que se llevó a los labios y besó con ternura.

—Te amo—susurró contra ella.

Solo le dejaron estar un minuto, él también debía descansar. No fue hasta la tarde siguiente cuando al fin pudo comprobar con sus propios ojos que Bill estaba fuera de peligro. Le subieron a su misma habitación y juntaron sus camas esperando que de esa manera su hermano sintiera su presencia y mejorara con más rapidez.

Y así lo hizo, como si de un milagro se tratara. Abrió los ojos y al ver su cara le sonrió con las pocas fuerzas que le quedaba.

—Me debes un beso—le recordó con un hilo de voz.

Y no se hizo de rogar. Se inclinó sobre su cuerpo y le besó con suavidad en esos dulces labios que habían comenzado a temblar.

Pasaron una semana en el hospital, ni siquiera pudieron asistir al funeral. Habían perdido a alguien del equipo, muy cercano a ellos.

Recibieron muchas visitas, entre ellas las de sus compañeros y el productor que nada más verlos inclinó la cabeza como si se arrepintiera de algo y les deseó mucha felicidad a los dos.

Cuando se vio con fuerzas de dejar la cama, cogió del jardín de su madre esas rosas blancas que a Bill tanto le gustaba y fue a visitar la tumba del desaparecido, en nombre de los dos hermanos que siempre le estarían agradecidos.

Regresó a casa con rapidez, no quería estar tanto tiempo separado de Bill, aún convaleciente en cama. De paso por el jardín cogió otra rosa blanca que le dejó sobre la almohada, para que fuera lo primero que viera cuando despertara.

Se inclinó y le retiró el pelo de la cara, besando esa suave mejilla logrando arrancarle una leve sonrisa.

—Siento haberte despertado—se disculpó incorporándose.

—No lo sientas, y bésame en los labios—pidió Bill emocionado.

Sonrió y se inclinó de nuevo, sujetándole por la barbilla y besándole con todo el amor que sentía.

Había estado a punto de perderlo en ese accidente, pero gracias a él se había dado cuenta de lo mucho que amaba a su hermano, y que ese amor era correspondido.

Juntos emprenderían un nuevo viaje, ningún obstáculo se interpondría en el camino. Nada impediría que se amaran con toda su alma.

Cada vez que vieran llover, recordarían que fue una tormentosa noche cando descubrieron que se podían amar de otra manera además de la de hermanos, que sus almas estaban destinadas a estar juntas y a no separarse nunca.

F I N

Escritora del fandom

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